Guerra Espiritual




            La oración es un componente integral de tu relación con Dios que te pone en contacto directo con tu Creador. Es, además, el arma más grande en contra del enemigo.
            2 Corintios 10:3-4 dice “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”. Este pasaje ilustra no sólo la importancia de la batalla espiritual que libras día a día contra tu adversario, sino el poder que Dios te ha dado para vencerlo, para “destruir fortalezas”.
            Debes recordar que Satanás no pelea limpio. En esta guerra no hay nada parecido a la Convención de Ginebra que asegura un trato humanitario entre soldados de bandos contrarios. No peleamos contra sangre y carne, sino contra “principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de MALDAD en las regiones celestes”. (Efesios 6:12)
            El propósito de la oración es reforzar la voluntad de Dios, la cual se encuentra en Su Palabra, y anular el poder de Satanás y sus cohortes en nuestra vida.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes... ORANDO en todo tiempo con TODA ORACIÓN y SÚPLICA en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;” Efesios 6:13-18
Sed sobrios, y velad (EN ORACIÓN); porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 Pedro 5:9)

            Cuando Jesús murió en la cruz y resucitó de los muertos, redimió a la humanidad de forma que todo aquel que crea en El tenga la potestad de ser hecho hijo de Dios (Juan 1:12) y reclamar los privilegios que ello conlleva.  Debes comprender que el poder que Satanás tiene en la tierra no es comparable al poder de Dios ni al poder que Jesús te dio con su muerte y su resurrección.
“y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” 1 Juan 4:3-4

            De forma que, como creyente en Jesús, puedes confrontar a Satanás, evitar sus ataques en tu contra y revertir cualquier influencia que pueda tener en ti. Tienes la potestad para despojarle del poder que pueda tener en cada una de las áreas de tu vida porque somos redimidas por la sangre del Cordero.
            Eso es posible si usas el poder de la oración.
            La peculiaridad de esta guerra espiritual en la que nos vemos envueltas es que a veces olvidamos es que el enemigo ya está vencido, lo que significa que no estás peleando en el sentido tradicional de la palabra. Simplemente le estás dando a conocer al diablo cuáles son tus derechos como hija de Dios. Es imperativo que constantemente ores por cada área de tu vida para que el ataque de Satanás no llegue o, si llega, tenga el mínimo impacto posible.
            Es el momento de vencer al reino de la oscuridad. Es el momento de tomar el lugar que te corresponde en el nombre de Jesús. Ora por tu familia, tu casa, tu trabajo, tu ministerio, tus hermanos, tu iglesia ¡Ora por ti! Tú tienes el poder para cambiar las cosas, Dios te ha dado ese poder.
            De hoy en adelante, utiliza las herramientas que Dios te ha dado para vencer al enemigo. No seas más la víctima, sé vencedora. ¡Gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria a través de Jesucristo nuestro Señor y Salvador!


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