Enfrentando mis demonios
Conozco a una mujer que ha estado
varias veces bajo la influencia de demonios. Debo confesar que, antes de
conocerla, nunca en mi vida había visto un episodio de posesión demoníaca y me
agarró bastante por sorpresa. No sabía qué hacer, ni qué decir, quedé
completamente paralizada. Lo único que me salía era cantar himnos, ni siquiera
podía orar.
Esta mujer cuenta que puede ver a los
demonios en acción. Que ve unas figuras animalísticas alrededor de las personas
(lo cual me pone los pelos de punta) y que percibe que están haciendo algo
dañino, que están perjudicando a esas personas de alguna forma.
Estar en Amazonas, en un lugar en el
que las tradiciones indígenas que tienen que ver con los espíritus y los
demonios, con los chamanes y brujerías, tienen tanta fuerza, me ha puesto en
contacto con un lado de la vida cristiana que nunca había explorado. Y la lucha
espiritual se ha vuelto mucho más fuerte e intensa que nunca.
Se ha vuelto real.
Una vez leí una novela de Frank Peretti
en la que describía esta guerra espiritual de manera muy gráfica, pintando un
cuadro de batalla entre ángeles y demonios cuya victoria era decidida por las
oraciones de los protagonistas (un pastor y una pequeña congregación). Cuanto
más oraban ellos, más poder les daban a los ángeles y ganaban las batallas
espirituales. En el momento en el que caían en la trampa de los demonios, que
tenían nombres tan gráficos como “mentira”, “gula”, “ira”, “envidia”, “lujuria”...
y trataban de esconder su pecado o confiaban en sus propias fuerzas para salir
de los problemas en lugar de volverse al Señor en oración, eran los demonios
los que ganaban la partida.
Nunca he podido quitarme esa imagen de
la cabeza (si bien es, si así lo quieres, un poco infantil) y la recuerdo a
menudo. ¿Por qué? Porque no podemos olvidarnos de que la batalla espiritual se
da continuamente a nuestro alrededor, incluso en las áreas más “pequeñas” o “simples”
de nuestra vida.
Hemos leído tropecientas mil veces
versículos como...
Salmo 91:11, 12
“Pues a sus
ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos
te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra”
Efesios 6:11, 12
“Vestíos de toda
la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
1 Pedro 5:8
“Sed sobrios, y
velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar”
Apocalipsis 12:7
“Después hubo
una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y
luchaban el dragón y sus ángeles.”
Y aún
así no acabamos de tomar en serio la guerra espiritual a nuestro alrededor. No
te confundas, un hijo de Dios no puede ser poseído por un demonio, pero tanto Satanás
como sus colaboradores pueden influir en nuestra vida, en nuestros
pensamientos, en nuestro corazón si le damos cabida.
Mi mayor lucha, mi Némesis, algo que
aún no puedo controlar es el enojo. Me molesto con mi esposo porque le echó más
sal a la comida de la que ya tiene, les grito a mis hijos porque sus juguetes
están por toda la casa, le volteo los ojos a la cajera del supermercado porque está
tardando demasiado en pasar la compra, no le hablo a la hermana que criticó
cómo me quedaba la falda, golpeo la mesa cuando estoy terminando de escribir un
artículo sin guardarlo y se va la luz... Enojo. Ira. Furor. Pecado.
Y entonces, en el medio de la mala
actitud que estoy teniendo, recuerdo a la mujer de la que te hablaba al
principio y el grafismo de Peretti y me imagino un demonio con figura medio de
animal verde (no me preguntes, por qué me lo imagino verde) llamado Enojo
retorciéndose de la risa mientras yo doy rienda suelta a mi enfado con palabras
o acciones. Y comienzo a orar. Y también en mi mente, todo se llena de luz y sé
que el ángel o los ángeles que Dios ha enviado a protegerme, están ganando la
batalla.
Quiero ser muy clara en algo. No está
en mi base doctrinal el creer que todo lo malo que sucede a nuestro alrededor
es consecuencia del ataque de un demonio. Generalmente, es consecuencia de
nuestra fragilidad humana y del pecado que nos asedia. Todo lo anterior trata
de imágenes mentales que me ayudan a percatarme que estamos en medio de una
lucha muy fuerte y de la enorme necesidad que tengo de orar. De orar y orar y
orar. Clamar al Señor, rendirle nuestro ser, nuestro cuerpo, nuestra mente,
nuestro corazón ¡todo! Fíjate bien en el versículo 18 del capítulo 6 de
Efesios. Justo cuando Pablo termina de enumerar las partes de la armadura de Dios,
nos dice cómo debemos ponérnosla y utilizarla para que sea efectiva:
Efesios 6:18
“Orando en todo
tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos”
La lucha espiritual es real. Debes
estar firme y velar para poder discernir esa batalla y en qué manera particular
está afectando a tu vida y orar, para que sea cual sea el “bichito verde” que
quiere desviarte de la carrera, caiga derrotado ante el poder de Dios a través
de tus oraciones.
Contenta en Su servicio,
Edurne
Este Articulo (y muchos mas que has publicado) me estan ayudando mucho. Acabo de empezar en el este camino y empiezo a darme cuenta que la lucha no este carne como dice la Biblia. Me empiezo a dar cuenta de mis "demonios"..mi lucha, nunca antes me avia dado cuenta como el enemigo ataca mi casa, mis pensamientos. Gracias por el articulo, Bendiciones
ResponderEliminarAmén !!! Gracias por tus aportes Edurne, edifican e instruyen muchísimo.
ResponderEliminarAy mi querida Edurne, nos parecemos más de lo que pensé! el mismo demonio me asecha y me perturba (la misma debilidad de caractar me atormenta), y aunque pueda reirme a veces, realmente acabo llorando por el dolor que me causa y a los que quiero... Gracias a Dios que su Palabra nos enseña, nos alienta y alimenta y gracias a hermanas que nos comparten su testimonio y nos hacen ver que no somos las únicas que pelean esa batalla! Los ángeles del Señor nos cuiden. Un abrazo y mis oraciones te incluyen diariamente! saludos y bendiciones
ResponderEliminarGracias por sus comentarios chicas! No tengo buena señal, por eso no las contesto individualmente. Animo y adelante!! Estamos en esto juntas. Bendiciones!! =)
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