¿Quieres ser sanada?
Juan 5:2-9
Y hay en
Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo
Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos,
ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un
ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que
primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de
cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho
años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya
mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor,
le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita
el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo:
Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó
su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.
¡38 años enfermo! No sabemos
exactamente qué era lo que le pasaba a este hombre, pero sabemos que no podía
moverse sin ayuda y que no había nada que él pudiera hacer al respecto. La
tradición decía que de tiempo en tiempo un ángel agitaba el agua del estanque y
el primero que tocaba el agua después de este movimiento se sanaba de su
enfermedad.
Cuando Jesús entró a estanque, este
hombre no era el único enfermo no el único discapacitado que había allí. Y aún
así, Jesús se fijó en él. Jesús le dio lo que nadie más podía darle: sanidad
completa. No sólo física, sino espiritual.
¿Estás en una situación como la de ese
hombre? ¿Estás cansada de estar donde estás? ¿Estás
lista para hacer un cambio? ¿Has estado estancada en lo mismo por 1 año? ¿5? ¿10? ¿38?
Jesús le hace al hombre una pregunta que puede parecernos rara, incluso que sobra. Le dice “¿Quieres ser sano?” El hombre podría haber pensado “¿Que si quiero ser sano?¡¡ ¿Por qué crees que llevo 38 años en el borde de este estanque?!!”. Pero la respuesta que le da es:
“Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me
meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro
desciende antes que yo.”
En otras palabras: quiero, pero no
tengo a nadie que me ayude a lograrlo. No hay nadie que pueda sacarme de donde
estoy, nadie que pueda hacer nada por mí. Pero ahí estaba Jesús, tendiéndole la
mano para hacer, en unos minutos, lo que nadie, ni siquiera él mismo, podía
haber hecho en 38 años: sacarlo de la condición en la que estaba y ayudarlo a
seguir adelante.
¿Cuál es tu “discapacidad”? ¿Qué es lo
que te tiene postrada y derrotada? ¿Es un hogar roto?
¿Alguna clase de abuso durante tu niñez? ¿Un
matrimonio que se cae a pedazos? ¿Estás siendo acosada en el
trabajo? ¿Maltratada en el colegio? ¿Es
un pecado, una actitud que no puedes cambiar ni controlar? ¿Algún
problema alimenticio? ¿Es una “discapacidad” emocional? ¿Espiritual? Nadie mejor que tú misma sabe lo que
estás viviendo.
Y ahora, te hago otra pregunta ¿Quieres
ser sanada? ¿Quieres cambiar? ¿Estás lista para algo más?
Jesús desea sanarte, desea ayudarte, de
la misma forma que lo hizo con este hombre. Ahí está diciendo “Puedes salir de
tu debilidad y vivir en mi fuerza”.
Filipenses 4:13
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
Todo. En Cristo.
Sea lo que sea que te tiene paralizada
hoy, confía en que Jesús puede ayudarte. Confía en que Él puede sanarte, en que
puede sacarte del pozo de la desesperación y restaurar aquello que te ha
vencido.
Efesios 6:10
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el
Señor, y en el poder de su fuerza.”
Tu fuerza está en Cristo. Deja que Él
te ayude. Aférrate a Él, confía en Sus promesas... ¡cree!
Y Él podrá darte la vida que tiene para ti, una vida
que incluye el poder de Dios sobre nuestra debilidad, enfermedad y pecado.
Contenta
en Su servicio,
Edurne
Gracias por estas palabras... solo tienen significado para los que estan en la busqueda de sanidad.. heme aquí.
ResponderEliminarMe alegro que haya sido de ayuda para ti. Bendiciones! :)
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