El capitán de mi alma
Yo tenía que estar en la selva desde el
29 de agosto. Ya teníamos todo listo para montarnos en un bongo y pasar dos
semanas en Huachamakare, la comunidad indígena de etnia yekwana por la que
llevamos orando y en la que hemos estado trabajando desde hace más de 6 años.
Recuerdo una oración en especial, con
mi hijo mayor, Yennixon en mis brazos. Estaba en la iglesia con otras 3
hermanas con las que nos reuníamos a orar y, desde lo más profundo de mi
corazón, llorando, apretando duro a mi bebé entre mis brazos oré diciendo “Señor,
llévame a Huachamakare”.
Después vinieron otros dos bebés a
nuestra familia y viajar embarazada o con un bebé pequeño durante cuatro días
por agua se hacía imposible. Pero esta vez... esta vez todo estaba en su sitio.
Teníamos el dinero para costear el viaje, mis hijos, aunque todavía son
pequeños, tienen edad para que puedan acompañarnos, teníamos un grupo de apoyo
que vino a ayudarnos, los permisos estaban listos, la embarcación, preparada
¡nosotros estábamos más que listos! ... pero Dios dijo “no”.
No.
Una pequeña palabra que marca una
enorme diferencia en nuestras vidas.
Durante todo este año el Señor ya nos
había estado dando “pistas” de que esa iba a ser su respuesta. Aunque claro,
esa es una de las cosas de las que uno se da cuenta después. Ha habido muchos
viajes a la selva desde marzo, se han abierto puertas impresionantes, llegan
invitaciones de iglesias indígenas a conferencias y convenciones, se nos ha
pedido que llevemos instituto bíblico, que les enseñemos a dar clase a niños,
incluso en un par de comunidades se nos ha dado permiso para enseñar a las
mujeres... pero no en Huachamakare. No con los yekwana.
Y mi corazón está desgarrado al darme
cuenta de que ese lugar en el que hemos puesto tanto esfuerzo, tanto trabajo,
tanto amor y tantos sueños... ya no es el lugar que Dios tiene para nosotros. ¿Qué
pasó? ¿Nos equivocamos? ¿Pusimos nuestra voluntad por encima de la de Dios? No.
Durante todos estos años El nos ha ido guiando paso a paso, versículo a
versículo, promesa a promesa ¿Y entonces? ¿Se equivocó Dios? Menos, El no se
equivoca. Su voluntad sigue siendo que los yekwana de Huachamakare sean salvos
y crezcan en el conocimiento de Él. Al fin y al cabo, Dios no quiere que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 2:9). Y Su
voluntad sigue siendo que nosotros sigamos en Amazonas, trabajando entre las
etnias indígenas. Nos lo sigue mostrando cada día... ¿Por qué nos permitió
entonces pasar tanto tiempo en ese lugar? Pues, no lo sé. Tal vez para
entrenarnos, para capacitarnos, tal vez para probarnos, para ver si íbamos a
ser fieles en lo poco para llevarnos un paso más allá... no lo sé. Y tampoco me
toca saberlo.
Mi esposo salió a la selva hoy a
trabajar con los Curripaco en la zona de Atabapo. No lo esperábamos. Pero desde
el momento en el que, como familia, nos comprometimos a servirle, nuestra vida
ya no nos pertenece. Hay decisiones que ya no podemos tomar, tan solo aceptar. El
salió decidido a dar lo mejor para Dios... herido y confundido en cierta
manera, pero obediente a la voz de Su Señor.
Sí Señor. Si esa es tu voluntad, así
sea... Sí Señor... tal vez mañana me cueste menos pronunciar esas palabras o la
punzada en el corazón al dejarlas salir de mis labios no sea tan fuerte.
Sí Señor, donde Tú digas, como Tú
digas, cuando Tú digas. El es el dueño de mi vida, el capitán de mi alma y
tiene todo el derecho a cambiar mis planes, a cambiar mis sueños. Su voluntad
es perfecta. Siempre. El manda, yo obedezco.
¿Está cambiando tus planes Dios? No te resistas,
no luches, no hay forma de ganar. Sólo estando en el centro de la voluntad de
Dios estamos seguras. Sólo en ese lugar nuestra vida tiene sentido. Deja que Él
te moldee, te cambie, te lleve a los lugares elevados... deja que Él te
consuele y te de paz en tu obediencia.
“Por tanto, no desmayamos; antes
aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante
se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en
nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros
las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son
temporales, pero las que no se ven son eternas.”
2 Corintios 4:16-18
Contenta
en Su servicio,
Edurne
Mi corazón llora contigo al leer estas palabras y saber con certeza que cuando los tiempos de Dios hablan, son para proseguir y no detenerse; caminar con pasos fuertes y humildes de saber que el tiene su razón al negarnos alguna cosa pero abrirnos las puertas y ventanas para otras que están incluídas en su voluntad soberana.
ResponderEliminarMucho aliento en este nuevo ciclo y que Dios les bendiga ricamente con almas para Cristo doquiera que vayan.
Gracias Vero querida, Gracias por tantas oraciones en nuestro favor. Un beso a la distancia =)
EliminarDios tiene planes maravillosos para nosotras, quiere usarnos para darle gloria y honra, para hablarles a otros de su plan de salvacion, donde quiera que estemos seamos luz en medio de la densa oscuridad. Dios las continue bendiciendo!
ResponderEliminarMuchas gracias por el ánimo. Bendiciones para ti también! =)
EliminarGracias Edurne por compartirnos sus corazones. Hermoso cada palabra sin dudas Todas las cosas nos ayudan a bien....aun cuando no entendamos nada, seguir obedeciendo a nuestro Capitán.
ResponderEliminarAmén Jéssica querida. Un abrazo a la distancia =)
Eliminar