4. Identifica {y cambia} tus patrones negativos
Nuestra mente es un órgano complejo que todavía hoy,
con los adelantos tecnológicos que tenemos a nuestro alcance, no podemos
comprender en su totalidad. Un patrón es algo que hacemos de forma repetida e
inconsciente. Algo que nuestro cerebro ha aprendido a hacer por medio de la
experiencia. Por ejemplo, podemos leer porque tenemos en nuestro cerebro el
mecanismo que traduce los símbolos que vemos en palabras con significado para
nosotras. Cada vez que vamos a leer algo, el cerebro aplica el mismo patrón de
decodificación de símbolos. Es igual para caminar, nuestro cerebro reproduce el
mismo patrón de movimiento que aprendió cuando éramos bebés.
Los patrones de pensamiento en nuestro cerebro nos
ahorran mucho tiempo, puesto que, una vez aprendidos, es algo en lo que no
tenemos que hacer mucho: no tenemos que decidir cómo levantarnos de una silla,
hablar o escribir una palabra, nuestro cerebro ya sabe cómo hacerlo y envía a
nuestro cuerpo las órdenes necesarias para repetir esos patrones de forma
mecánica y automática.
Ahora bien, también le hemos enseñado a nuestro
cerebro a pensar y a reaccionar de manera negativa. Le hemos inculcado hábitos
que no sólo no nos benefician, sino que nos perjudican en gran manera a
nosotras mismas y a las personas a nuestro alrededor: te enfadas y gritas
cuando las cosas no salen como tú quieres, pierdes la paciencia cuando te
llevan la contraria, siempre escoges al hombre equivocado, permites relaciones
abusivas, vas al extremo a la hora de agradar a otros para sentir
reconocimiento, no mantienes un trabajo durante mucho tiempo porque te aburre
la rutina… ¿Alguna vez pensaste mientras crecías que había cosas que nunca
harías cuando tuvieras tu propia familia? Creo que todas lo hemos hecho… ¡y
creo que también a todas nos ha pasado que hemos repetido el mismo
comportamiento que habíamos determinado evitar!
¿La solución?
Cambia tus hábitos para cambiar tu vida.
Cambio.
Juan 15:5
“Yo soy la
vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él,
éste lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis hacer.”
Filipenses 4:13
“Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece”
Separados de mí nada podéis hacer. Hay cosas que yo
no puedo cambiar. Pero Dios sí puede cambiarlas. Dios puede, por medio del
Espíritu Santo que mora en mí, cambiar mis hábitos, ayudarme a reconocer mis
patrones negativos y reemplazarlas con patrones positivos. Dios tiene poder.
Dios me da de Su poder para cambiar.
Ya es hora de romper el ciclo. Ya es tiempo de
atacar nuestros malos hábitos y cortarlos de raíz, de evitar que se sigan
reproduciendo en las generaciones posteriores. En ocasiones me he dado cuenta
de que he estado haciendo las cosas mal porque lo he visto repetido en mis
hijos. De repente se dan una mala contestación el uno al otro mientras están
jugando o se gritan. Y yo sé que lo hacen porque me han visto hacerlo a mí.
Están adquiriendo los mismos esquemas negativos, las mismas reacciones que yo
sé que no son correctas. ¿Cómo corregírselas a ellos si yo misma no puedo
controlarlas? ¿Con qué base voy a castigarlos por algo que han aprendido de mí?
No puedo. Debo cambiar yo para que puedan ver y aprender otro tipo de patrones.
Pasos para el
cambio:
-
Reconocer
Examinarte, ver
cuáles son esos patrones negativos que afectan tu vida. Pide ayuda a Dios en
oración. Pídele que te muestre qué hábitos afectan tu vida diaria. Cosas como
la impaciencia, el enojo, tu relación con la comida, autoestima, miedo al
compromiso… No puedes cambiar algo que no sabes que está mal. Es necesario que
atravieses el proceso de saber con exactitud y sinceridad qué necesitas cambiar
para poder hacerlo. Si no puedo ver algo, no lo puedo cambiar, ni arrepentirme,
ni pedirle a Dios que me ayude a superarlo.
-
Estar alerta
Ver cuáles son los
detonantes para tus comportamientos negativos, para tus reacciones automáticas.
Quizás la falta de sueño, el cansancio, el estrés, el hambre o la falta de
hidratación te afectan más de lo que crees. Hay mujeres a las que el Síndrome
Pre-Menstrual les afecta mucho más que a otras. Nunca menosprecies cómo los
factores físicos pueden afectar tu comportamiento.
-
Introducir de
forma paulatina los nuevos patrones
Una vez que sabes lo
que quieres cambiar, visualiza qué hábitos deseas incorporar. ¿Te enfadas
rápidamente? Busca versículos que hablen sobre el enojo, memorízalos y acude a
ellos cada vez que la ira y el enojo comiencen a invadirte. Reemplaza el ser
una mujer iracunda por ser apacible. Quizás tu problema es la baja autoestima.
Tiendes a menospreciarte o a compararte con otras. Lee los pasajes de la
Escritura que te hablan de quién eres en Cristo, de cuánto te ama y de lo
valiosa que eres para Dios. Adopta las estrategias necesarias para cambiar,
traza un plan de acción para incorporar nuevos hábitos.
-
Seguir
esforzándose en eliminar los viejos hábitos
No creas que
solamente por tomar la decisión de cambiar ya vas a poder hacerlo. Debes
aplicar gracia a tu propia vida, esperar altos y bajos, tener en tu haber batallas
ganadas y batallas perdidas. Elimina la autocrítica y la recriminación. Aprende
de los errores y sigue adelante. Ve adaptando los nuevos patrones de
comportamiento de acuerdo a tus fallos.
-
Buscar ayuda
Hay veces que
nuestros hábitos están tan arraigados que no nos damos cuenta de lo que hacemos
o de cómo lo hacemos. Pide ayuda a otros a tu alrededor, explícales qué cosas
quieres cambiar para que te ayuden y te marquen comportamientos o pensamientos
negativos de los que ni siquiera seas consciente. Puede que te haga falta ayuda
más profesional, quizás una consejera cristiana, la esposa de tu pastor. No
sientas vergüenza en pedir ayuda, todas la hemos necesitado en algún momento.
Cambio. Tan fácil, tan difícil.
Supone esfuerzo, requiere ganas y compromiso. El
compromiso de reconocer que hay cosas en tu vida que no te permiten avanzar,
que mantienen estancadas tus relaciones con los demás, que no te dejan
desarrollar a plenitud tu relación con Dios. Peor aún, que te mantienen atada
de pies y manos a la hora de crecer como persona, como individuo, a la hora de
mejorar tus condiciones de vida, tu situación personal.
Ponlo en Práctica
1. Busca estos versículos: Salmo 138:6; Salmo 147:6;
Proverbios 3:34; Mateo 11:29; Filipenses 2:5-9; Santiago 4:6.
Para poder cambiar se necesita un espíritu humilde.
Implica reconocer que algo no está bien, dejar a un lado el orgullo y vernos en
el espejo de la realidad. ¿Estás luchando con el orgullo? Recuerda que Dio da
gracia al humilde. Ve el ejemplo de Cristo y aplícalo a tu propia vida.
2. 2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Eres una nueva criatura. Los viejos hábitos,
esquemas de pensamiento, patrones de comportamiento, reacciones, todo lo
negativo aprendido durante tu vida puede y debe cambiar en Cristo. Ejerce tu
nueva vida desde hoy. Es tiempo de hacer tu plan de acción, de poner en
práctica los “pasos para el cambio” de los que hemos estado hablando. Escoge
una hora y un lugar en el que puedas estar a solas. Toma tu Biblia y ten un
tiempo de oración y alabanza a Dios. Pídele que comience a mostrarte esos
patrones negativos en tu vida que debes cambiar. Ve anotándolos a medida que
vayas reconociéndolos. Y ahora viene la pregunta difícil ¿Cómo los vas a
cambiar? ¿Qué pasos concretos vas a dar para reemplazarlos por esquemas
positivos?
Recuerda que no es necesario (ni saludable) hacerlo
todo en un día. Ve repitiendo este ejercicio cada cierto tiempo, todas las
veces que sea necesario. Una vez que traces tu plan de acción, colócalo en un
lugar en el que puedas verlo con frecuencia y recurre a él cada vez que lo
necesites. Puede ser algo así:
Fecha:
Patrón negativo
que quiero cambiar:
Patrón positivo
que quiero incorporar:
Cómo lo voy a
hacer:
- Versículos que me hablen sobre ello
- Pedir ayuda a X
- Controlar cuánto líquido tomo al día (o
cualquiera que sea tu detonante)
- Visualizar cómo quiero ser
Para animarte a hacer los cambios necesarios en tu
vida, quiero que recuerdes, no sólo que eres una nueva criatura, sino quién
eres en Cristo. Busca y anota versículos que te digan cuál es tu posición en
Cristo (perdonada, redimida, salva, sellada, amada, acepta, hija...).
3. El cambio requiere también que confesemos a Dios
nuestra ofensa. En la mayoría de ocasiones, esos patrones negativos se han
transformado en pecado. ¿No controlas tus impulsos – alcohol, drogas, sexo,
comida, enojo...? Pues déjame decirte que eso es pecado. Dios es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados si los confesamos (1 Juan 1:9; Salmo 28:3). Lee
el Salmo 51 y escribe tu propia oración de confesión a Dios.
4. Tu debilidad es tu fortaleza. Cuando has llegado
a tu límite y te das cuenta de que por ti misma no puedes cambiar, estás en el
momento adecuado para rendirte y dejar que Dios lo haga. Busca: Efesios 6:10;
Salmo 18:1; Salmo 27:1-7; Isaías 25:4; 1 Corintios 1:25; 2 Corintios 12:10
No olvides en quién está tu fuerza.
¡Hoy es el día del cambio! No puedes permitirte el
lujo de quedarte como estás. No puedes conformarte con decir “soy así y no puedo
cambiar” ¡Sí puedes! Te lo debes a ti misma, se lo debes a las personas que te
rodean. ¿Tus patrones negativos vienen de tu infancia, son heredados? Rompe el
ciclo, que tus hijos no tengan que sufrir las mismas cosas que tú. Recuerda que
no estás sola, que puedes pedir ayuda, que en Dios está tu fortaleza. Puedes
cambiar, sí, claro que sí, ¡tú puedes! Tan solo toma la decisión de examinarte,
cambiar y seguir adelante.
Contenta en Su
servicio,
Edurne
Es muy interesante este tema y me siento identificado con el reconocimiento absoluto que cada individuo recibe todo lo que ha sembrado en su vida, de acuerdo a la ley espiritual de la siembra y la cosecha de acuerdo a la justicia de Dios. En un libro de PNL he leído una frase que me cautivo y lo adopte como una verdad: " si haces lo que siempre hicisteis, siempre recibirás lo que siempre hicisteis", lo he comprobado en mi vida al aceptar que no he mejorado mucho mi calidad de vida y reconozco ahora, a los 74 años que todavía tengo muchos hábitos negativos que me han obstruido el ascenso a una vida mas plena, aunque también estoy aprendiendo que en las cosas mas sencillas de la vida puedo experimentar momentos felices en los cuales me regocijo. He decidido que quiero cambiar y no ser siembresiempre el mismo de antes. Me dispuse a cambiar mis patrones de conducta negativas y me gustaría recibir mas ayuda de todo aquel que me quiera ayudar con consejos y enseñanzas útiles, por esto agradeceré sabios consejos prácticos y útiles, gracias por los que quieran hacerlo,
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