5 formas de hablar que destruyen una familia
Santiago
3:5-6
“Así también la lengua es un miembro
pequeño, pero se jacta de grandes
cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño
fuego. Y la lengua es un fuego, un mundo
de maldad. La lengua está puesta entre
nuestros miembros, y contamina todo el
cuerpo, e inflama la rueda de la
creación, y ella misma es inflamada por
el infierno.”
¡Oh la boca! ¡Cuánto poder tiene! ¿Quién
no ha dicho alguna vez algo de lo que no se ha arrepentido después? ¿A quién no
le ha sucedido que, justo al terminar la frase perfecta… era exactamente lo
peor que podías decir y de la peor manera en la que podías hacerlo?
Desgraciadamente la boca nos pierde en muchos momentos. No siempre somos
capaces de controlar lo que decimos o la forma en la que lo decimos.
Esto es especialmente delicado
en nuestro matrimonio. Nuestro esposo e hijos son las personas con las que más
tiempo pasas al día. Y, a veces, muchas más de las que quisiéramos, son también
las personas con las que más peleamos y con quienes peor utilizamos nuestras
palabras…
…son las personas a las que
más herimos… porque las palabras hieren, tanto o más que un golpe.
Palabras como “te odio”,
“ojalá no te hubiera conocido”, “me arrepiento de haberme casado”… causan daños
irreparables en nuestro matrimonio y en nuestra familia en general:
-
La relación con tu esposo se deteriora
-
La relación con tus hijos se deteriora
-
Estás sirviendo de mal ejemplo e inculcando en
tus hijas un modelo erróneo de lo que es ser una esposa que agrada a Dios
-
Tú misma terminas herida por no poder controlar
lo que dices y te sientes culpable por el daño que tus palabras causan en las
personas que más quieres.
Recuerda…
…La
lengua es un fuego
…La
lengua es un mundo de maldad
…La
lengua contamina todo el cuerpo
…La
lengua es inflamada por el infierno
Hay 5 actitudes verbalizadas
con palabras que deberíamos evitar en todos los ámbitos de nuestra vida, pero,
especialmente con nuestra familia:
1.
Sarcasmo
El sarcasmo y la ironía se
utilizan para poner en evidencia, de forma notoria pero no directa, algo que
nos molesta. A simple vista no parecen muy peligrosas, pero se utilizan para
esconder nuestros verdaderos sentimientos y frustraciones, lo cual nos pone en
un lugar muy peligroso en nuestra relación familiar.
2. Desánimo
Cada hombre y mujer desea
saber que tienen un cónyuge animándoles en aquellas cosas que emprendan, en sus
sueños, lo que les emociona. Cada hijo desea ser un orgullo para sus padres.
Cada padre quiere sentir la admiración de sus hijos en sus emprendimientos…
Pero a veces no es así. Hay ocasiones en las que de nuestra boca no salen
palabras de ánimo sino de desánimo. Cosas como “¿Estás loco?” “Cómo se te ha
ocurrido algo así?” “Nos vas a llevar
a la ruina” “¿En serio crees que vas a poder hacerlo?” “No creo que resulte”. La
familia debería ser un equipo en el que todas las partes se apoyan. Eso no
quiere decir que vayas a apoyar algo que realmente sabes que está mal o que va
a ser un fracaso antes de comenzar, sino que cambies ese tipo de palabras con
cosas como: “Quizás podrías intentarlo en otro momento, ¿no crees?” “¿Por qué
no oramos juntos unos días sobre esto?” “¿No te parece que resultaría mejor si
hicieras…?”.
3. Falta
de respeto
El respeto es algo que se gana…
pero que también se debe estar dispuesto a dar, a veces de forma incondicional.
Todas las personas merecen ser tratadas con respeto. Todas. Si hay algo que te
moleste o que no te guste y tengas que tratarlo con tu esposo o con tus hijos hazlo:
en privado y con respeto... Sin levantar la voz, sin herir a la otra persona,
sin humillar al otro. En amor,
considerando a los demás como superiores a nosotras mismas (Filipenses 2:3).
Las palabras que decimos faltando el respeto a otra persona, son insultantes,
ofensivas y pueden minar el aprecio que una persona tiene por sí misma.
4. Queja
“En esta casa nadie hace nada
por mí” “¿No podrías parecerte un poco más a tu hermano?” “¿No podrías
esforzarte un poco más?” “¿Tienes que estar haciendo eso todo el día?”, “El
esposo de Fulanita arreglaría la luz del cuarto”. ¿Te son familiares? Esta
forma de comunicar tus sentimientos manda un único mensaje: “No das la talla…
como esposo, como hijo/a”, “No eres lo suficientemente bueno”.
5. Egoísmo
“No me importa como te
sientes” “No quiero escucharte ahora” “No tengo tiempo, estoy ocupada”
“Necesito a alguien que en verdad supla mis necesidades”… Frases que muestran
que nos preocupamos más por nosotras mismas que por los demás. Palabras que
dejan claro que mi primer amor soy yo. Yo, yo y yo y después yo. No es ese el
ejemplo de Cristo. No es esa la enseñanza de Jesús. No es el tipo de actitud
que somos llamadas a tener.
¿Alguna vez te has enfrentado
a alguna de estas actitudes? ¿Alguna vez han salido de tu boca palabas
desconsideradas o hirientes, palabras con las que sabes que has herido a tu
familia? Nunca es tarde para pedir perdón. Nunca es tarde para cambiar.
¿No te has preguntado nunca
por qué tenemos dos oídos y una sola boca? Deberíamos escuchar más y hablar
menos…
Santiago
1:9
“Por esto,
mis amados hermanos, todo hombre
sea pronto para oír, tardo para
hablar, tardo para airarse”
No dejes que estas actitudes
destruyan tu familia. Ponle freno, todavía estás a tiempo. Recuerda que tu
familia es tu equipo personal, son las personas que debes edificar con tus
palabras no destruir.
Contenta
en Su servicio,
Edurne
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