Ayuda a tus hijos a experimentar a Dios
Mi hijo Yennixon tiene seis años. El me ha visto tantas veces explicar
el plan de salvación con el librito sin palabras que es perfectamente capaz de
evangelizar él solo, hasta con versículos. Pero cuando hablamos sobre su propia
salvación, no tengo claro si realmente entiende el concepto o si simplemente
conoce todas las respuestas “correctas” a mis preguntas.
¿Es eso lo que estamos haciendo muchas mamás que intentamos criar hijos
que conozcan y experimenten a Dios en sus vidas? ¿Enseñarles a dar “respuestas
correctas”? Los llevamos a la iglesia, les enseñamos algunas historias de la
Biblia, los animamos a ser amables y obedecer a sus padres esperando que eso
sea suficiente para que lleguen al conocimiento de Cristo.
¿Es eso suficiente?
¿A eso se reduce mi propia relación con Dios? ¿A ir a la iglesia,
aprender versículos y tratar de portarme adecuadamente? Desgraciadamente me doy
cuenta de que muchas veces es ese el tipo de relación que transmito a mis
hijos, algo mecánico, sin vida, repetitivo… inútil.
Yo soy la que debo hacer un análisis profundo de mi propia relación con
Dios antes de intentar que mis hijos la tengan. No puedo exigirles algo que yo
misma no estoy haciendo. Es por medio del ejemplo, de ver que Dios es real en
nuestra vida, que nosotras mismas experimentamos una relación plena y
significativa con Dios, que nuestros hijos podrán llegar a tener su propia
relación con Él. ¿De qué forma?
1.
Involucra a
tus hijos en tu relación con Dios. Háblales (de acuerdo a su edad, obviamente)
de tus luchas y tus victorias, de tus oraciones, de lo que Dios está haciendo
en tu vida, de cómo te va transformando día a día. No solo les hables de cómo
tienen que obedecer a Dios, muéstraselo con tu propia obediencia.
2.
Hablen como
familia de cómo pueden influenciarse mutuamente en su crecimiento espiritual.
Cómo pueden orar unos por otros, cómo pueden ayudarse unos a otros, cómo pueden
servirse y ser de ayuda entre sí. Fortalezcan sus lazos familiares alrededor de
Dios.
3.
No dejes pasar
ninguna oportunidad de señalar cómo Dios va obrando en el día a día. Habla con
ellos de cómo Dios actúa en las cosas grandes y en los pequeños detalles. Desde
orar cuando tienen una pesadilla y leer algún versículo que hable del cuidado
de Dios sobre nuestro sueño hasta ver su mano en la salvación de una persona
por la que estaban orando como familia.
4.
Aprovecha las
oportunidades para servir a otros. Dios nos da oportunidades de servir a otras
personas todos los días, enséñales que, aprovechando estas oportunidades, somos
canales del amor de Dios hacia otros. Sirvan juntos como familia y, a medida
que van creciendo, anímales a servir por sí mismos. Háblales sobre cómo Dios ha
preparado obras para nosotros y del gozo que tenemos al servir a Cristo. El
servicio transforma, nos ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva.
5.
Ayúdales a
reconocer la voz de Dios. Esto requiere práctica y guía por tu parte. Enséñales
que Dios nos habla a través de Su Palabra, de la oración, de las circunstancias
y de otras personas. Enséñales también que Dios no se contradice ni dice una
cosa hoy y otra mañana. Ayúdalos a hacer de la voz de Dios algo real en sus
vidas.
Si para ti a veces es complicado experimentar a Dios, imagina cuán
complicado será para tus hijos. No dejes de orar por ellos, pero no te quedes
sólo ahí. Sé parte de su vida espiritual, guíales, ayúdalos, contesta sus dudas
y sus preguntas y, ante todo, sé de ejemplo para ellos con tu propia vida
espiritual. Experimenta a Dios tú misma para que puedas ayudar a tus hijos a
hacer lo mismo.
Contenta en Su servicio,
Edurne
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