Las muchas aguas no apagarán al amor
Cantares 8:6-7
Ponme como un
sello sobre tu corazón, como una marca
sobre tu brazo;
Porque fuerte es
como la muerte el amor;
Duros como el Seol
los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
Las muchas aguas
no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los
ríos.
Si diese el hombre
todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo
menospreciarían.
Hermosas, hermosas palabras para
terminar este estudio maravilloso en el Cantar de los Cantares.
…Las muchas aguas no apagarán el amor
ni lo ahogarán los ríos.
Sello. Permanencia. Compromiso. Pertenencia.
A pesar de las tormentas, a pesar del agua, del fuego… El amor permanece, más
fuerte que la muerte, duro como el Seol.
…Las muchas aguas no apagarán el amor
ni lo ahogarán los ríos.
Ese amor que no sucumbe ante el envite del agua, que es más
fuerte que la muerte y que no depende de las circunstancias, es el amor ágape.
El amor de Dios por nosotras. El amor que Dios demanda de nosotras. El amor
ágape puede definirse como “el amor
incondicional que siempre da y que demuestra devoción y compromiso total sin
importar cómo se responda a ese amor.” Esta forma de amor carece de
cualquier forma de egoísmo y no cambia independientemente de que sea correspondido
o no.
Ese
amor es sufrido…
…tiene paciencia con aquellas cosas
que nos molestan y nos hieren. Esta es la misma palabra que se traduce por
“longanimidad”, “largura de ánimo”, refiriéndose a la paciencia con respecto a
las personas y que, por ejemplo, aparece
en 2 Pedro 3:9, aunque la traducción en español nos haga pensar en un término
diferente:
El Señor no retarda su
promesa, según algunos la tienen por
tardanza, sino que es paciente (sufrido) para con
nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento.
El antiguo predicador Juan Crisóstomo
dijo que esta era la palabra utilizada para describir al hombre al que se ha
hecho daño y que, aun teniendo el poder de vengarse, no lo haría, sino que tendría
paciencia y misericordia.
Cuando un problema o una discusión
surgen en el matrimonio, ¿estás viendo la forma de vengarte a la menor
oportunidad? ¿Tienes eso en la cabeza y no lo dejas ir hasta que ganas una
batalla?
Ese amor es benigno…
…Cuando tenemos y mostramos el amor de
Dios, se va a reflejar en sencillos actos de bondad. Hechos, no palabras. En
España hay un refrán que dice que el movimiento se demuestra andando y así es
en este caso.
¿Estás haciendo “actos de bondad” en
tu matrimonio? ¿Estás actuando bien con tu esposo? ¿Le está ayudando, te estás
interesando por su bienestar?
Ese amor no tiene envidia…
La envidia es uno de los pecados menos
productivo y más dañino. No consigue nada más que herir. El amor mantiene
distancia con respecto a la envidia y no se resiente cuando otro es promovido o
bendecido de alguna forma. Se alegra de forma genuina cuando otros son
preferidos antes que él.
La envidia mató a Abel (Génesis
4:3-8), puso a José bajo el yugo de la esclavitud (Génesis 37:11, 28) y puso a
Jesús en la cruz (Mateo 27:18)
¿Tienes envidia o celos de algún
aspecto de la vida de tu esposo? ¿Quizás de su relación con alguno de tus hijos
o con otra persona? ¿De que otros hablen bien de él o se lleve el crédito por
algo?
Ese amor no es jactancioso…
No se alaba a sí mismo, no hace alarde
de todo lo bueno que hace. No necesita atención por haber hecho una buena
acción o un buen trabajo. Da porque es parte de su esencia, no para que otros
tengan que alabarlo por ello.
¿Haces cosas en tu matrimonio para que
otros perciban lo maravillosa que eres? ¿Tienes un recuento de todo lo bueno
que has hecho y estás esperando a que tu esposo te recompense o te devuelva de
alguna manera tus buenas acciones?
Ese amor no se envanece…
…no se centra en sí mismo, no es
arrogante, no es vano. Se enfoca en las necesidades de otros, no en las suyas. No
es orgulloso. Entre creyentes, la peor clase de orgullo es el “orgullo
espiritual”.
¿Te crees más spiritual que tu esposo?
¿Quizás estás más preparada intelectualmente que él y crees que eres superior a
él? ¿Tus palabras o acciones lo menosprecian de alguna manera?
Ese amor no hace nada indebido…
… El
término “indebido” en el original indica que no se está comportando
indecentemente, que no actúa de manera ruda.
¿Te estás comportando con tu esposo
“como es debido”? ¿Le estás tratando de manera ruda, con palabras o hechos
duros o hirientes?
Ese amor no busca lo suyo…
Pablo comunica la misma idea en
Romanos 12:10 –
“Amaos los unos a los otros
con amor fraternal; en cuanto a
honra, prefiriéndoos los unos a los
otros.”
Y en Filipenses 2:4 –
“no mirando cada uno por lo
suyo propio, sino cada cual también por
lo de los otros.”
Este amor se centra en otros, no en sí
mismo. No busca únicamente su felicidad ni se preocupa solamente por sí mismo y
por su propia comodidad.
¿Pones la comodidad de tu esposo por
delante de la tuya? ¿Te centras en él y en sus necesidades alguna vez o lo tuyo
siempre es más importante?
Ese amor no se irrita…
No se enoja, no siente ira, no siente
amargura. Cuando las personas dan rienda suelta al enojo, pierden el balance de
su alma y entristecen al Espíritu de Dios. Aquel que guarda amargura por otro,
no lo ama.
¿Te enojas con facilidad con tu
esposo? ¿Siempre encuentras un motivo para dar rienda suelta a la ira?
Ese amor no guarda rencor…
Literalmente dice que no guarda en la
memoria ningún daño que haya recibido. Este amor pone a un lado las heridas del
pasado en lugar de sacarlas en cara a cada rato. Hay una tribu en Polinesia en
la que cada hombre tiene la costumbre de recordar su odio por otros colgando un
recordatorio visible en el tejado de su choza. Y muchas de nosotras hacemos lo
mismo.
¿Mantienes el recordatorio de las veces
que tu esposo te ha herido a la vista? ¿Le sacas en cara sus errores pasados o
restriegas tus heridas delante de él cuando puedes?
Ese amor no se goza de la injusticia,
sino de la verdad…
…desea lo mejor para otros y se niega
a hacerle una jugada a otro. Se goza en la verdad, defiende la verdad en todo
momento. Es sincero y no tiene doblez alguna ni doble fondo.
¿Eres sincera con tu esposo en todo
momento? ¿Está tu matrimonio cimentado en la verdad o hay algún “esqueleto en
el armario” del que te rehúsas a hablar?
Ese amor todo lo sufre…
…Esta palabra se traduce literalmente
por cubrir con silencio, soportar en pacientemente sin decir palabra.
1
Pedro 4:8
“Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.”
No proclama los errores y las faltas
de los demás, no anda en chisme, murmuración ni calumnia.
“Me gustaría, queridos
hermanos y hermanas, que pudiéramos imitar a las ostras. Cuando una particular
se mete en su interior, esta causa dolor y malestar, pero en lugar de
expulsarla, la cubre con una preciosa sustancia por medio de la cual esta
partícula termina convirtiéndose en una perla. Si pudiéramos hacer eso con las
faltas que los demás cometen en nuestra contra, tendríamos hermosas perlas de
paciencia, amabilidad, bondad y perdón” - Spurgeon
¿Dejas a tu esposo en evidencia ante
otros? ¿Proclamas sus faltas a los cuatro vientos?
Ese amor todo lo cree…
Escoge creer lo mejor del otro, no
pone en duda la integridad del otro, confía en la palabra dada. No permite que
le creen dudas sobre otra persona y practica la “presunción de inocencia” en
cada acontecimiento.
¿Confías en tu esposo, en lo que te
dice? ¿O, por el contrario, vives en la desconfianza, tratando de averiguar por
aquí y por allá qué hace, a quién ve, a quién llama…?
Ese amor todo lo espera…
…es optimista, no deja que el desánimo
lo abata. Espera lo mejor de cada situación y de cada persona, porque espera en
el Señor, en Sus promesas y en Sus tiempos.
¿Hay alguna situación en tu matrimonio
con la que hayas perdido la esperanza, con la que te hayas cansado de esperar?
¿Estás confiando en el Señor y en Sus tiempos en todas las cosas? ¿Se refleja
esto en tu relación con tu esposo?
Ese amor todo lo soporta…
…No se rinde nunca, no importa lo que
venga. Prevalece, aguanta el temporal, persevera.
¿Te has rendido en tu matrimonio? ¿Ya
no estás dispuesta a soportar, estás dispuesta a bajar los brazos y dejar de
luchar?
Ese amor nunca deja de ser…
…Todo lo demás se termina, esta clase
de amor no. No tiene fecha de vencimiento, ni caducidad, ni duración definida. Es
eterno, no cesa, no para.
¿Crees que es ese el tipo de amor que
estás poniendo en práctica en tu matrimonio? Date cuenta que no estoy hablando
del amor que sientes, sino del amor
que decides dar. ¿Quieres hacer una
prueba? Pon tu nombre en todo este pasaje de 1 Corintios 13:4-8a… ¿qué tal
suena?
Sé que estás pensando dos cosas en
este momento:
Primero, “el matrimonio no depende solamente de mí”. Totalmente de acuerdo.
Tanto tú como tu esposo deben esforzarse para que el amor ágape llene su
matrimonio. ¿Te animarías a compartir esto con él? Quizás puedan estudiar este
pasaje los dos juntos y comprometerse en trabajar cada uno de ustedes y pulir aquellas áreas que les cuesten más.
Segundo, “este es el amor que Dios
tiene por nosotras, el amor que llevó a Jesús a la cruz, es imposible que yo
pueda tener ese amor”. De nuevo, totalmente de acuerdo. PERO somos llamadas a
ser imitadoras de Cristo, especialmente en Su amor.
Efesios
5:1-2
“Sed,
pues, imitadores de Dios como
hijos amados. Y andad en amor, como
también Cristo nos amó, y se entregó a
sí mismo por nosotros, ofrenda y
sacrificio a Dios en olor fragante.”
Jesús ha puesto un ejemplo para que
nosotras sigamos y el primer lugar en el que tenemos que poner en marcha este
ejemplo es en nuestro matrimonio. La Biblia compara específicamente la relación
de Cristo con la iglesia con la relación entre el esposo y la esposa. Y a
medida que examinamos las características de Jesús, descubrimos exactamente lo
que tenemos que hacer para reflejar a Cristo en nuestra relación. ¿Vamos a
conseguir la perfección? Por supuesto que no. Pero eso no quiere decir que
debamos dejar de intentarlo y de esforzarnos por conseguirlo.
¿Te confieso algo? Ha sido muy difícil
escribir este artículo y ver mis propias fallas expuestas a través de la
Palabra de Dios. He llorado, he borrado y vuelto a escribir las mismas palabras
varias veces… He sido confrontada con cada una de las características del amor
que debo mostrar a mi esposo. Pero también estoy animada a esforzarme, a imitar
a Cristo y comenzar a cambiar. Cambiar yo y orar para que también mi esposo
cambie en las áreas en las que sé que él está fallando.
Las
muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos.
¿Lo crees? Entonces, querida amiga,
empieza a amar a tu esposo de la misma forma en la que Cristo te ama.
Contenta en Su servicio,
Edurne
Entradas anteriores:
Comentarios
Publicar un comentario