Controlando nuestras emociones – Culpa






          La culpa es ese horrible sentimiento que sentimos en la boca del estómago cuando sabemos que hemos hecho algo mal y es una de las mayores armas de Satanás en nuestra contra. Nos destroza, nos hace sentir sucios, inútiles, despreciables y roba nuestra fe y confianza en Jesucristo. Jesús no vino solamente a limpiarnos de nuestros pecados, sino que nos libra de la culpa de esos pecados. Si quieres vivir una vida de victoria espiritual, debes tener una conciencia libre de culpa por tus errores y equivocaciones pasadas.

          Hay dos clases de culpa en la Biblia:

          La primera es la tristeza que lleva a una persona al arrepentimiento (2 Corintios 7:10), que se conoce como convicción y viene del Espíritu Santo (Juan 16:8). Una vez que la persona se arrepiente, la culpa se disipa y se siente aliviado y gozoso al saber que sus pecados han sido perdonados.

          Y después está la culpa llamada condenación y que es el resultado de las acusaciones del diablo. A Satanás le encanta atormentar al pueblo de Dios recordándole su pasado y continuamente echándoles en cara su pecado, incluso cuando ese pecado ya ha sido largamente perdonado. Nada bueno sale de la condenación. Nos roba el gozo, nos roba la fe en que Dios realmente perdona nuestros pecados y nos limpia de maldad cuando confesamos (1 Juan 1:9).

          Esta clase de culpa es una puerta abierta para que el enemigo entre en nuestra vida y comience a destruir nuestra mente a base de mentiras. Es también un síntoma de falta de perdón personal. Muchas veces nos es mucho más fácil perdonar a otros que perdonarnos a nosotros mismos. Y esa falta de perdón es la que, en gran número de ocasiones, nos produce esos sentimientos de culpa.

          Alimentamos nuestra culpa, además, cuando continuamente nos permitimos pensar y recordar nuestro fallo, nuestro pasado, nuestro pecado… Lo repetimos en nuestra mente una y otra vez. Y el enemigo se encarga de ello.

          ¿Qué podemos hacer para no caer en esto?

          Dejar de escuchar a Satanás. Aprender la diferencia entre la convicción que nos lleva al arrepentimiento y la condenación que nos mantiene en nuestro error, una vez que ya hemos confesado, nos hemos arrepentido y hemos sido perdonados. Si Dios te perdona ¿quién eres tú para no hacerlo? ¿Quién eres tú para no perdonarte? ¿Acaso sabes algo que Dios no sabe? No te permitas escuchar la voz de condenación, escucha, por el contrario, la voz de Dios a través de Su Palabra, a través de la alabanza, a través de creyentes fieles.


          Comprender la naturaleza del perdón de Dios. Cuando Dios dice que nos perdona, es porque lo hace completamente.

Salmo 103:12

Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.”

Isaías 1:18

“Venid luego,  dice Jehová,  y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana,  como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí,  vendrán a ser como blanca lana.”

Jeremías 31:34

Y no enseñará más ninguno a su prójimo,  ni ninguno a su hermano,  diciendo:  Conoce a Jehová;  porque todos me conocerán,  desde el más pequeño de ellos hasta el más grande,  dice Jehová;  porque perdonaré la maldad de ellos,  y no me acordaré más de su pecado.”

Miqueas 7:19

“El volverá a tener misericordia de nosotros;  sepultará nuestras iniquidades,  y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.”

Isaías 43:25

Yo,  yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo,  y no me acordaré de tus pecados.”


          Ser consciente de tu pecado y no tardar en repararlo cuando sea necesario: confesar ante Dios tu pecado y arrepentirte y, si ha afectado también a otras personas, pedir perdón sin vacilar. No hay nada que nos aleje de la salvación, pero sí de la comunión con Dios y con otras personas. El pecado no confesado en nuestra vida rompe nuestra comunión con Dios, afecta nuestra relación con los demás y crea esos sentimientos de culpa que sentimos.

1 Juan 1:9

Si confesamos nuestros pecados,  él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,  y limpiarnos de toda maldad.”

Santiago 5:16

Confesaos vuestras ofensas unos a otros,  y orad unos por otros,  para que seáis sanados.  La oración eficaz del justo puede mucho


          Concentrarte en la nueva persona que eres en Cristo y en la carrera que tienes por delante, no en lo que quedó atrás. Que tus ojos estén siempre puestos en Cristo y en la tarea que tienes ante ti, no en los errores pasados. Nuestro pasado no lo podemos cambiar, tan solo podemos aprender de él para seguir avanzando y no cometer los mismos errores.

Filipenses 3:13-14

“Hermanos,  yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado;  pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás,  y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta,  al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”


          No cargar con una culpa que no te corresponde llevar. Jesús murió para que fueras perdonado, para que tu pecado fuera quitado, para que fueras libre de cualquier atadura. Dale tu carga a Dios, no te quedes con ella.

Mateo 11:28-30

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,  y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros,  y aprended de mí,  que soy manso y humilde de corazón;  y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil,  y ligera mi carga.”


          Dios es a quien ofendemos cuando pecamos y sólo El podía proveer del remedio para nuestro pecado y nuestra culpa. A partir del capítulo tercero de Génesis, requirió de animales para que fueran sacrificados y su sangre  cubriera el pecado del hombre. Y el Nuevo Testamento nos lo recuerda de nuevo en Hebreos 9:22 – sin derramamiento de sangre, no hay perdón de pecado. Pero la sangre de esos miles de animales no podía quitar el pecado, tan solo podía cubrirlo hasta que Cristo hizo el sacrificio perfecto, hasta que el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29) decidió sacrificarse para nuestra salvación.

          El único remedio para el pecado es el perdón de Dios a través de Jesús.
          El perdón de Dios incluye una conciencia limpia y libre de culpa.
Hebreos 9:14

“¿cuánto más la sangre de Cristo,  el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios,  limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”


          La culpa nos impide servir a Dios y nos hace olvidar que Dios puede utilizar hasta nuestros peores pecados para hacernos más efectivos en Su obra. Cuando rechazamos la provisión de Dios de perdón    , estamos dejando que nuestro pecado domine nuestra vida. Es ahí donde Satanás gana ventaja y nos inmoviliza a causa de la culpa. Eres perdonada, eres redimida, has sido comprada por sangre…acepta el perdón maravilloso de Dios y no permitas que el enemigo te detenga utilizando tus pecados y tus fallos por medio de la culpa. Eres libre. Vive como tal.


Aplicación -

          1. Si el Espíritu Santo te está convenciendo de pecado (Juan 16:8, 13; 14:26) confiésalo y pide perdón. ¿Hay algún pecado que debas confesar? ¿Qué sucede cuando pedimos perdón a Dios? Juan 1:9
          2. Dios ya ha perdonado tus pecados ¿te has perdonado tú misma? Toma unos minutos en oración para que el Señor te muestre si hay algo en lo que no te hayas perdonado. Ora para que puedas perdonarte a ti misma y cerrarle esa puerta de entrada a Satanás.
          3. Piensa de qué manera puedes ayudar a tu esposo, tus hijos, tus amigos… a vivir libres de culpa.


Oración -

          Señor te damos gracias porque no hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús. Clamamos por la libertad que tú nos has dado a través de Tu sangre preciosa. Ayúdanos a confesar nuestro pecado y a vivir libres de culpa. Amén.


En la semana –

          Memoriza: Romanos 8:1
          Lee: Salmo 51:2, 3, 7, 10; Salmo 32:1, 5; 1 Juan 2:2; Romanos 5:8-10
          ¿Cuál es la respuesta de Dios ante la culpa? ¿De qué forma puedes utilizar tu pecado y las consecuencias de tu pecado para madurar espiritualmente y experimentar la gracia de Dios?


Contenta en Su servicio,


Edurne

 
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          Introducción
          Inferioridad
          Miedo
          Ira


         

Comentarios

  1. que feo que use la biblia para defender el sentimiento de culpa.. el sentimiento de culpa es una idea de la iglesia catolica para manejar al ser humano, nosotros lo protestantes no creemos ni la defendemos

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  2. Manejar la culpa: el sentimiento de culpabilidad se produce cuando la mujer ha asumido hasta tal punto el papel impuesto en una sociedad patriarcal (paciencia, sumisión, cuidado, abnegación, sacrificio, secundariedad) que, cuando intenta actuar, sentir, pensar o valorar desde una posición diferente, más autónoma, más decidida... los “reflejos” grabados en la infancia y la adolescencia “protestan”: “No estás haciendo lo que deberías” “Cómo puedes ser tan egoísta y pensar sólo en ti” “Qué va a ser de tus hijas/os o de tu madre si tú no te sacrificas por ellos ¿vas a llevar eso sobre tu conciencia?, ¿qué van a pensar y decir de ti?”... Si ese sentimiento de culpabilidad se realimenta con la falta de autoestima…

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