Llamadas a cambiar
2
Corintios 5:17
“De
modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Somos desafiadas a cambiar desde el mismo momento en el que
creemos en Cristo como nuestro Salvador personal. Todo lo relacionado con la
vida vieja, con la naturaleza pecaminosa, queda atrás y se nos otorga una nueva
vida, un nuevo comienzo. Veamos tres características sobre el cambio:
El cambio comienza con la nueva vida
Los que estamos en Cristo estamos en una relación con Él. Tener un encuentro personal con
Cristo automáticamente pone al Espíritu Santo a trabajar en nosotras para que
vivamos de manera diferente, para que podamos comenzar el proceso de
renovación. Jesús cambia a todos aquellos que vienen a Él por fe.
Esa
regeneración en Cristo, nos impide por completo volver a vivir como vivíamos
antes de tener esa relación con Jesús. Es lo mismo que le sucede a la oruga
cuando se convierte en mariposa. La mariposa cuando nace, es una oruga. Esa
oruga hace una crisálida y pasa por un proceso de cambio total llamado metamorfosis de forma de que
cuando sale de ese capullo, ya no es una oruga, es una mariposa. Es una nueva
criatura totalmente transformada y, haga lo que haga, nunca podrá ser de nuevo
una oruga.
Nosotras
somos nuevas criaturas. ¿Por qué empeñarnos en seguir viviendo como orugas si
ya somos mariposas? ¿Por qué queremos seguir haciendo las cosas tal y como las
hacíamos antes?
El cambio en un proceso
Cambiar implica abandonar las viejas costumbres y hábitos,
dejar a un lado la vieja naturaleza y “vestirnos” de la nueva, renovarnos. Eso
no se hace de la noche a la mañana, es un proceso diario y continuo. Y ese
proceso comienza en nuestra mente.
Romanos 12:1-2
“Así que, hermanos,
os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
El
cambio comienza cuando decidimos no conformarnos a este siglo, es decir no ser
parte del sistema del mundo, de la cultura popular y de la manera de pensar que
está contra Dios. No conformarnos a este siglo implica ser diferentes, ir contra
corriente.
Ser
nuevas criaturas implica comenzar a vivir un nuevo carácter. Permitir que el
Espíritu Santo nos transforme para ser, día a día, más parecidas a Cristo.
El
cambio se muestra en nuestra relación con otros
Una
de las formas en las que manifestamos la transformación que el Espíritu Santo
hace en nuestra vida después de nuestro encuentro con Cristo es en nuestro
trato con otras personas:
Colosenses
3:12-14
Vestíos, pues,
como escogidos de Dios, santos y
amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad,
de mansedumbre, de paciencia
(longanimidad); soportándoos unos a otros,
y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas
estas cosas vestíos de amor, que es el
vínculo perfecto.
Pablo
utiliza la ilustración de vestirnos para referirse al cambio que supone ser
nuevas criaturas: lo compara con ponerse o quitarse ropa. ¿Cómo es tu
comportamiento hacia las demás personas? ¿Muestras misericordia, humildad,
paciencia? ¿Soportas a los demás, perdonas? ¿Amas?
El
amor es el vínculo perfecto. Nuestro amor va acompañado de misericordia, de
humildad, de paciencia…según lo requiera la ocasión. Por tanto, una vida
transformada se traduce en una vida que ama a los demás y lo muestra con su
comportamiento.
El cambio comienza con la nueva vida, es un proceso y se
manifiesta en nuestra relación con los demás. No impidamos que el Espíritu
Santo haga Su obra en nosotras. Quitémonos esas ropas viejas y ajadas y
vistámonos de acuerdo a la nueva naturaleza que Dios nos ha dado. ¡Vivamos como
mariposas!
Contenta en Su
servicio,
Edurne
.
Comentarios
Publicar un comentario