¿Palabras de vida o de muerte?



 



          El principio de siembra – cosecha tan repetido en la Biblia es completamente cierto: sólo cosecharás aquello que siembres. O, al contrario: ten cuidado con lo que siembras porque es exactamente eso lo que vas a recoger. Me viene a la cabeza el viejo adagio “Quien siembra vientos recoge tempestades”.

           
          Y ese principio podemos aplicarlo también a las palabras que salen de nuestra boca. Las palabras tienen un gran poder y permanecen en nuestra memoria y en nuestro espíritu durante mucho más tiempo del que pensamos. Las palabras pueden dar esperanza, amor, vida, consuelo…pero también culpa, ira, amargura… Debemos tener sumo cuidado no solo con cada palabra que pronunciamos, sino de cómo lo hacemos, de qué modo las decimos. 

          ....sea lo que sea que digamos, comeremos de sus frutos.

          Si queremos caminar cada día con Dios y hacer de eso una prioridad en nuestra vida y en la vida de nuestra familia, no podemos olvidar que nuestras palabras son pequeñas semillas en el corazón de nuestros hijos, que nuestras palabras de bendición pueden dar fruto de vida, belleza, esperanza y confianza en sus vidas…pero que nuestras palabras airadas o llenas de amargura, pronunciadas en un momento que no es adecuado o en un tono no adecuado, pueden dejar un legado de dolor y heridas profundas en su espíritu.

          También en nuestra relación de pareja las palabras son cruciales. Muchas veces vemos “la paja” en el ojo de nuestro esposo en lugar de ver “la viga” en el nuestro: Nos fijamos hasta en los defectos y fallos más mínimos y se los reprochamos con rencor o amargura. Y a veces lo hacemos, simplemente, porque estamos cansadas, porque la vida es difícil o porque no estamos teniendo un tiempo a solas con Dios todos los días. Es decir, que muchas veces buscamos los fallos en nuestro esposo para no fijarnos en los nuestros…que duelen más.

          La Biblia nos habla muchas veces de guardar nuestros labios, de hablar con sabiduría y con justicia, de pedir perdón, de edificar, de hablar con amor… ¿Por qué nos cuesta tanto entonces? Seamos intencionales a la hora de buscar lo positivo en los demás.

          Algunas palabras que edifican a nuestra familia –
          Te amo/te quiero
          Eres una bendición
          Doy gracias a Dios por tu vida
          Me encanta…
          Gracias por…
          Fue mi lindo que dijeras…
          Perdóname por…
          Aprecio mucho que hicieras…
          Estoy orando por ti
          Vamos a orar por…
          ¿Puedo ayudarte con…?
          Puedes contar conmigo
          ¿Qué te parece si hacemos…?
         
         
          Siempre tenemos la posibilidad de hacer las cosas bien o de hacer las cosas mal. Podemos escoger sembrar palabras de vida o sembrar palabras de ira…
          …sólo recuerda que aquello que siembres será lo que coseches.

Mateo 12:36-37

Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres,  de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado,  y por tus palabras serás condenado.”

          ¿Somos conscientes de eso? ¿Vivimos teniendo en mente que un día se nos juzgará por cada palabra que ha salido de nuestra boca? Escojamos hoy dar vida y bendecir con nuestras palabras.

          Contenta en Su servicio,
         
   Edurne


Comentarios

  1. Tienes mucha razón, a veces cuando pasamos por tempestades es más difícil hablar con mesura. Pero es cuando más tenemos que cuidar lo que sale de nuestra boca, ya que no solamente nosotras estamos pasandola mal, hay gente a nuestro alrededor que necesita palabras de bendición y qué mejor que puedan venir de nuestra parte. Saludos Edurne

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