Tu oración ha sido oída.
Para leer –
Lucas 1:11-17
Y se
le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del
incienso. Y se turbó Zacarías al verle,
y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un
hijo, y llamarás su nombre Juan. Y
tendrás gozo y alegría, y muchos se
regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que
muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá
delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres
a los hijos, y de los rebeldes a la
prudencia de los justos, para preparar
al Señor un pueblo bien dispuesto.
Para meditar –
Tal y como explicaba ayer, Juan el Bautista, el hijo
que Zacarías y Elisabet tendría, sería quien iría delante de Jesús para “preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
El ángel le dice a Zacarías que su nombre será Juan y que será grande delante
del Señor. También le dice que tendrá una forma de vida especial de acuerdo a
la magnitud del ministerio que iba a llevar a cabo: no beberá vino de sidra y
estará lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre. Esto me recuerda
a la historia de Sansón (Jueces 13:5) y
a los votos nazareos de dedicación a Jehová (Números 6:2-21).
En lo que me quiero centrar hoy brevemente es en
estas palabras del ángel:
Tu oración ha sido oída.
Zacarías y Elisabet eran ya bastante mayores,
probablemente oraron mucho, muchísimo por un hijo que nunca llegó. Y quizás
también, dada su edad, ya ni siquiera oraban por eso.
A veces oramos por algo durante mucho tiempo. Oramos
por la salvación de nuestro esposo, o nuestros hijos. Oramos por una llamada al
ministerio. Oramos para que Dios nos traiga a esa persona especial. Oramos por
sanidad ante alguna enfermedad. Pero después de años y años de orar sin obtener
respuesta, nos damos por vencidas… y comenzamos a dudar del amor de Dios por
nosotras.
Pero tus oraciones sí son oídas. Cada una de ellas.
No desfallezcas, sigue orando, el Señor va a obrar.
Quizás no exactamente como tú deseas, pero también eso Él te lo mostrará a Su
tiempo.
Dios no se olvida de tus oraciones ¡no desfallezcas!
Para hacer –
¿Te parece si hacemos algunas decoraciones con
ángeles? Cada vez que veas un ángel toma unos minutos para orar por esa
petición que tienes y que aún no ha sido contestada. Aprovecha para compartir
también peticiones de oración con tu esposo y tus hijos, con amigos… y tener un
tiempo especial en oración.
Contenta en Su servicio,
Edurne
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