Es tarea de todos
Mateo
28:18-20
“Y Jesús se acercó y les habló
diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os
he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén.”
Generalmente, cuando hablo sobre misiones en el blog el número de lecturas baja drásticamente. Así que hoy te pido que puedas leer el artículo hasta el final.
Déjame
decirte algo que puede que hayas escuchado antes o no, pero que la mayoría de
los cristianos olvidan: la obra misionera es un trabajo de equipo. Te lo digo
de nuevo y voy a ponerlo en negrita para que no puedas evitar leerlo: la obra misionera es un trabajo de equipo.
No todas las mujeres somos llamadas al campo, a trabajar directamente en la
obra. Pero sí todas y cada una de nosotras somos llamadas a las misiones.
Dios
nos ha llamado a algunos a ir y ha llamado a otros a velar desde casa por los
que van. Un misionero no puede cumplir efectivamente con su vocación si no
tiene personas que oren por él y personas que lo apoyen económicamente y suplan
sus necesidades. Sin personas que oren y nos sostengan financieramente, los
misioneros estamos atados de pies y manos.
Romanos
10:13-15
“Porque todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el
cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo
oirán sin haber quien les predique? ¿Y
cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos
son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”
¿Cómo
predicar si no somos enviados? A veces no somos conscientes de que, si bien un
misionero sale a la obra por fe, sabiendo que Dios lo va a sostener, es a
través de las ofrendas de otros que el sustento llega. Dios nos provee de todo
lo que necesitamos. Quizás no de todo lo que queremos, pero sí de todo lo que
nos hace falta. ¡Pero no hace crecer una planta de dinero en el jardín de la
casa! Es por medio de Sus hijos, que el Señor provee. Es por medio de creyentes
fieles que la obra de Dios crece y avanza.
Filipenses
4:15-17
“Y sabéis también vosotros,
oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí
de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino
vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis
necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta.”
Resalto
esta última parte del versículo en Filipenses porque este es un aspecto que
muchos pasan por alto a la hora de involucrarse en misiones:
Cuando salimos al campo misionero, estamos invirtiendo en lo eterno.
Cuando oramos por un ministerio, por una familia de misioneros, estamos invirtiendo en lo eterno.
Cuando aportamos de lo que Dios nos da para ayudar al sostenimiento de una obra misionera, estamos invirtiendo en lo eterno.
La invitación de Jesús al servicio, la Gran comisión, es, en realidad una invitación a recibir, no a dar. Dios te está dando la oportunidad de tener una cuenta abundante en frutos, de ganar algo eterno, de hacer tesoros en el cielo.
Cuando salimos al campo misionero, estamos invirtiendo en lo eterno.
Cuando oramos por un ministerio, por una familia de misioneros, estamos invirtiendo en lo eterno.
Cuando aportamos de lo que Dios nos da para ayudar al sostenimiento de una obra misionera, estamos invirtiendo en lo eterno.
La invitación de Jesús al servicio, la Gran comisión, es, en realidad una invitación a recibir, no a dar. Dios te está dando la oportunidad de tener una cuenta abundante en frutos, de ganar algo eterno, de hacer tesoros en el cielo.
Creo que si el creyente pudiera ver la obra misionera
desde esta perspectiva, sería mayor el número de hombres y mujeres en la obra y
sería mayor también el alcance del evangelio. Por otro lado, los que ya estamos
involucrados en misiones de alguna forma, podríamos tener una mayor efectividad
en nuestra labor. Hacen falta más personas que “sostengan la canasta” con mano
firme (Hechos 9:25).
¿Qué papel vas a cumplir tú dentro de la Gran
Comisión?
¡Hablemos!
¿Cómo puedes involucrarte en misiones? ¿A qué te está llamando Dios? ¿A orar
por misioneros? ¿A sostener económicamente a misioneros? ¿A ir al campo
misionero?
Te dejo el video que grabé para Ama a Dios Grandemente
en el que hablo sobre este tema.
Contenta en Su servicio,
Edurne
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