Todas somos necesarias
No sé si sabes que, además de tener este blog de El
Viaje de una Mujer dirijo la sección en español de Love God Greatly a través de
Ama a Dios Grandemente. En Ama a Dios Grandemente (ADG) hacemos estudios bíblicos. Algunos de ellos
son estudios de libros de la Biblia y otros, como el que estamos haciendo
ahora, son temáticos. Estamos en la mitad del estudio de Creadas para Relacionarnos
y en esta semana nos toca hablar sobre el cuerpo de Cristo.
Y, en el video que grabamos para cada semana, me
tocó hablar sobre este pasaje:
Éxodo 17:8-13
Entonces
vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo
Josué como le dijo Moisés, peleando
contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur
subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su
mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se
puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
Me encanta porque es un maravilloso ejemplo de la
labor del cuerpo de Cristo: cada uno cumpliendo con su función.
En la batalla de Israel contra los amalecitas,
Moisés, Josué, Aarón y Hur cumplían cada uno con su papel:
Moisés subió al monte a orar por la batalla.
Josué descendió al valle a dirigir al ejército en el
combate.
Aarón y Hur ayudaron a Moisés sosteniendo sus manos.
¿Te das cuenta? El cuerpo de Cristo trabajando en
conjunto, cada uno cumpliendo con su función para conseguir un bien común: la
victoria.
A veces pensamos que para cumplir nuestra función en
el cuerpo de Cristo tenemos que hacer “grandes cosas”. Pero no es así. No todos
podemos ser pastores o evangelistas o maestros de la Biblia o misioneros. No
todos podemos dedicarnos a servir, no todos podemos dedicarnos a orar, a
presidir o a exhortar. Cada una de nosotras tenemos al menos un don que tenemos
que poner al servicio del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:8-12).
Y poner ese don en práctica no requiere de un lugar
especial. Ahí donde estás, en tu hogar, en tu trabajo, en tu comunidad, puedes
ejercer tu función, puedes poner tu grano de arena para que el Reino de Dios
crezca y el Señor sea glorificado.
Algo que en verdad me encanta sobre el cuerpo de
Cristo es que cada parte es necesaria:
1 Corintios 12:22
“Antes
bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios”
¿Te sientes excluida del cuerpo de Cristo? ¿Crees que
tu papel no es importante porque estás encerrada en casa sirviendo a tu familia
o cumpliendo con tu horario laboral durante toda la semana en lugar de vender
todo lo que tienes e irte a África a predicar el evangelio? Déjame decírtelo de
nuevo:
Eres necesaria para el funcionamiento del cuerpo de
Cristo. Tu labor es necesaria dentro del cuerpo de Cristo.
Cuando oras por tu esposo, estás contribuyendo al
cuerpo de Cristo.
Cuando te sientas con tus hijos y les ayudas a aprender
un versículo estás contribuyendo al cuerpo de Cristo.
Cuando das una ofrenda en tu iglesia local estás
contribuyendo al cuerpo de Cristo.
Cuando tu vida es de testimonio ante tus compañeros
de trabajo o de estudio, estás contribuyendo al cuerpo de Cristo.
Cuando sacas de tu tiempo para visitar a esa familia
de tu vecindario que tiene a alguien enfermo o para llevar una comida caliente
a otra familia en necesidad, estás contribuyendo al cuerpo de Cristo.
Cada parte del cuerpo cumple una función de
necesaria y todas trabajan juntas. Los ojos y los oídos no solamente se sirven
a ellas mismas, sino que sirven al cuerpo entero. El corazón no bombea sangre
para él solo, sino para todo el cuerpo. Las manos no se defienden a sí solas,
sino al cuerpo completo.
De forma que, la próxima vez que pienses que no
estás haciendo “nada”, que lo que haces “no sirve” o que es algo “sin valor”, no
dejes que ese pensamiento anide en tu cabeza, porque no es verdad.
Recuerda a Aarón y Hur. Todo lo que hicieron en el
día de la batalla de Israel contra los amalecitas fue sostener cada uno un
brazo de Moisés. Nada glamuroso, nada destacable. Tan solo hicieron que Moisés
se sentara y cada uno se puso a un lado para sostener sus brazos. Pero sin
ellos, Israel no hubiera prevalecido. Sólo cuando las manos de Moisés estaban
en alto Israel ganaba la batalla. Cuando sus brazos bajaban, perdía. De forma
que sin Aarón y Hur, ese día no hubiera habido victoria para el pueblo de
Israel.
Todas somos útiles. Todas somos necesarias.
Te dejo el video que grabé para ADG sobre el tema -
(Si no puedes ver el video, pincha aquí)
Ps. – ¿Te preguntas por qué no hago videos para El
Viaje? Estoy planificando una serie en video sobre el libro de Rut para el mes
de junio, pero eso te lo cuento más adelante ;)
¿Cuál es tu función dentro del cuerpo de Cristo?
¿Cuál sientes que es tu papel dentro del cuerpo? ¿Alguna vez has sentido que lo
que estabas haciendo algo demasiado “pequeño”? ¡Cuéntanos en los comentarios!
Contenta en Su servicio,
Edurne
Sin querer he pasado por aquí, y me he quedado... ne ha gustado, nada pasa por casualidad, hoy es un buen momento para desaprender y aprender, de no solo conocer sino vivir y disfrutar la bondad que recibimos día a día. gracias por compartir.
ResponderEliminarQué bueno que te gustara! Bienvenida a este viaje :)
EliminarSin querer he pasado por aquí, y me he quedado... ne ha gustado, nada pasa por casualidad, hoy es un buen momento para desaprender y aprender, de no solo conocer sino vivir y disfrutar la bondad que recibimos día a día. gracias por compartir.
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