Cuando no entendemos lo que Dios nos pide
Josué 6:2-5
“Mas Jehová
dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus
varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo
alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete
sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al
séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las
bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis
el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la
ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.”
Cuando los israelitas estaban entrando en Canaán,
Dios les dio instrucciones más que específicas sobre cómo conquistar la ciudad
de Jericó. Siete sacerdotes, llevando el arca junto a hombres armados, tenían
que marchar alrededor de la ciudad sonando las trompetas y en silencio.
Me pongo en la piel de los guerreros de Israel, que
estaban deseando lanzarse sobre Jericó al escuchar las instrucciones que Dios les
estaba dando a través de Josué e imagino que pensarían algo como... ¿En serio? ¿Dar vueltas alrededor de la
ciudad de Jericó en silencio hasta el día séptimo? ¿Y cuándo luchamos?
Y no solamente estas órdenes debieron dejar
perplejos a los guerreros, sino también a los sacerdotes. Generalmente ni ellos
ni el arca salían a la batalla, pero, en esta ocasión, debían ser los cabeza de
línea del ataque israelita.
No lo comprendieron. Pero obedecieron.
Y no era algo fácil de obedecer...
...hacía falta valentía. Al ponerse a dar vueltas a
Jericó, hubiera sido fácil para sus
habitantes atacarlos desde las murallas.
...hacía falta resistencia. Si bien Jericó no era
una ciudad enorme y se podía dar vuelta a su muralla en un día, hacerlo durante
seis días seguidos demandaba resistencia física y mental.
...hacía falta confianza. Debían esforzarse en
mantener sus ojos fijos en el arca y en la promesa de que Dios les daría la
victoria en lugar de fijarse en lo impenetrable de las murallas de Jericó.
Al séptimo día, dieron siete vueltas a Jericó, tocaron el
cuerno y, al escuchar el sonido de la bocina,
todo el pueblo gritaron a gran voz para que el muro cayera “porque Dios les había dado la ciudad”
(Josué 6:16).
Ellos obedecieron. Las paredes de Jericó cayeron.
Dios les había dado la victoria.
Lo que debió ser algo frustrante para el pueblo y sin
utilidad, era, en realidad, el plan de Dios.
La clave de que los israelitas tomaran posición de
Canaán fue su capacidad de escuchar y obedecer a Dios de manera exacta. Dios
los estaba entrenando en obediencia.
1 Samuel 15:22
“Y Samuel dijo: ¿Se complace
Jehová tanto en los holocaustos y víctimas,
como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer
es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los
carneros.”
La
observancia religiosa sin obediencia es hueca delante de Dios. El mejor
sacrificio que podemos llevarle a Dios es un corazón arrepentido (Salmos
51:16-17) y nuestros cuerpos rendidos a su servicio por obediencia. (Romanos
12:1). Uno pudiera hacer miles de sacrificios para Dios, trabajar miles de
horas para su servicio, o dar millones para su obra. Pero todos estos
sacrificios significan poco si no hay un corazón rendido a Dios, que lo
demuestre por simple obediencia.
Muchas veces no podemos ver en el momento por qué
Dios nos pide hacer ciertas cosas o por qué responde “no” a tus oraciones, pero
a través de toda la Escritura, encontramos ejemplos de obediencia que lleva a
la victoria: Abraham en el monte Moriah (Génesis 22:1-18), la viuda de Sarepta (1 Reyes 17:9-16) o Gedeón
los israelitas contra Madián (Jueces 7).
¿Hay circunstancias en tu vida que no comprendes?
¿Te sientes desorientada ante las instrucciones de Dios? ¿No entiendes por qué
tienes que pasar por lo que estás pasando o de qué forma Dios está obrando? ¿Te
ves tentada en preguntar “por qué”, “hasta cuándo”...? Escucha a Dios, sigue
entrenándote en obediencia y, en el tiempo de Dios, verás la victoria.
Contenta en Su servicio,
Edurne
Muy bueno y oportuno para mi vida. Necesitaba oirlo. Bendiciones.
ResponderEliminarAmén Raquel, me alegro de que haya sido de bendición. Saludos! :)
EliminarGracias por este artículo, querida hermana. en el día de hoy me anima. Sólo que no sé muy bien cuáles son las instrucciones concretas de Dios. Me encuentro algo desorientada en eso. Pero lo que me venga a la mano haré confiada en sus promesas. Bendiciones
ResponderEliminarwau!!! es genial! CUANDO DIOS QUIERE DECIRNOS ALGO, NOS LO DICE X TODOS LADOS... GRACIAS AMIGA EDURNE...Oro x tu ministerio y familia . un abrazo
ResponderEliminarGracias Lis! BEndiciones =)
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