Evodia y Síntique – Serie Mujeres del Nuevo Testamento




Filipenses 4:2 -3

Ruego a Evodia y a Síntique,  que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida

Evodia, cuyo nombre significa literalmente “viaje próspero” y Síntique, “afortunada”,  fueron dos mujeres de la iglesia de Filipos que habían acompañado a Pablo en los principios de la iglesia y en el trabajo misionero pero que, en ese momento, estaban enfrentadas por cuestiones que desconocemos.

En el original griego se repite la palabra “ruego” (/παρακαλῶ/ “pido”, “suplico”, “exhorto”) junto a ambos nombres: “ruego a Evodia y ruego a Síntique”. Pablo se coloca a sí mismo en medio de ambas con ánimo de conciliar, sin poner culpas ni responsabilidades, sabiendo que, probablemente, las dos son culpables de la situación.

Ambas necesitan cambiar de posición, tal y como sucede en la mayoría de los desacuerdos. Pablo les dice a ellas, y nos dice a los creyentes hoy en día, que la solución al problema es “ser de un mismo sentir”, pero no de cualquier forma, sino “en el Señor”. Evodia y Síntique habían olvidado que no hay nada más importante que lo que tenían en común: Cristo. 


Podemos tener desacuerdos con otros, eso es algo humano y habitual. Lo que no podemos es permitir que esos desacuerdos afecten nuestra relación con el Señor, nuestra relación con los hermanos y que afecten a la iglesia.

“En el Señor” caracteriza la concordia que el cristiano debe buscar siempre con los demás: podemos no estar de acuerdo, pero decidimos dejar a un lado las diferencias por obediencia a Cristo:

1 Pedro 3:8-9 

Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos,  amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo,  sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.


Ser de un mismo sentir, tener la misma mente es, al final, tener la mente de Cristo (1 Corintios 2:16). Tener la misma mente no significa ser todos iguales. Cada una somos distintas, tenemos distintas formas de ver las cosas,  gustos diferentes, formas de pensar diversas…pero todas tenemos a Cristo en común. Y por ello precisamente todas somos llamadas a mantener la unidad a pesar de las diferencias y de los conflictos que podamos tener. Podemos decir que los creyentes son como un coro. Cada uno canta con su propia voz, pero todos cantan la misma música en armonía unos con otros.


Pablo exhorta a Evodia y Síntique recordándoles cómo eran antes de sus disputas, el trabajo que hicieron para la expansión del Evangelio antes de que su separación influyera tanto en su relación personal como en la iglesia. 
No sabemos si estas dos mujeres resolvieron sus problemas y arreglaron lo que fuera que tenían la una contra la otra. Sinceramente, espero que sí lo hicieran. Creo que todas hemos vivido en algún momento conflictos dentro de la iglesia. Y es muy doloroso sentir “el enemigo en casa”, ver que aquellos que deberían ser tu fuente de consuelo, tu refugio, tu aliento, se vuelven en tu contra. El conflicto entre hermanos es doloroso para las partes involucradas, para la iglesia y también para el Señor.

A todas aquellas que estén en conflicto con otro hermano, las animo hoy a dejar a un lado todo orgullo, todo rencor y a dar un paso hacia la reconciliación. A veces esperamos que sean otros los que vengan humillados a pedirnos perdón pero ¡cómo cambiarían las cosas si nosotras nos decidiéramos a dar el primer paso! Toma un tiempo de oración y permite que el Señor sane las heridas de tu corazón.

Y si no tienes ningún conflicto con otros hermanos, ¡sigue así! Sigue orando por otros y por ti misma, por la paz y la unidad dentro de la iglesia, dentro del cuerpo de Cristo. 

Evodia y Síntique nos dejan hoy la enseñanza de dos mujeres que permitieron que sus conflictos personales afectaran a los demás creyentes y a la obra que Dios estaba haciendo en Filipos. Tomemos hoy la determinación de ser mujeres que busquen, en todo momento, la unidad de los creyentes.

Contenta en Su servicio,

Edurne


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Comentarios

  1. QUE GRAN ENSEÑANZA NOS DEJAN ESTAS DOS MUJERES...CREO QUE SI DIOS QUISO QUE ELLAS ESTUVIERAN ESCRITAS RESALTANDO SUS DIFERENCIAS ES PARA QUE APRENDAMOS, COMO DIDES A LLEVAR NUESTRAS DIFERENCIAS A LOS PIES DE CRISTO BENDICION EDURNE.....ATTE ANA

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