Luchando con la decepción








La decepción es algo con lo que todas luchamos en mayor o menor escala…

…algo que esperábamos que no termina de darse
…un proyecto que no sale
…una relación que no va como se esperaba
…un trabajo que no es lo que habíamos pensado
…una amistad que se rompe

Las causas de la decepción son muchas y variadas, y cosas que no me afectan a mí sí te afectarán a ti y viceversa.

El caso es que, tarde o temprano, debemos aprender a lidiar con la decepción, con las cosas que no terminan de salir bien. ¿Cómo lo hacemos?



Ajustando nuestras expectativas

A veces cometemos el error de idealizar personas o cosas. Pensamos que conocemos a alguien y, de repente hace algo inesperado que nos decepciona. Esperamos que algo salga de una manera determinada, y cuando da un giro hacia el lado contrario, no sabemos qué hacer. Las personas fallan. Las cosas cambian. No podemos esperar que nadie ni nada sea perfecto. El único perfecto es Dios (Mateo 5:48); Lo único perfecto es la voluntad de Dios (Romanos 12:2).  



Aprendiendo de nuestros errores

Todo sufrimiento grande o pequeño nos sirve para aprender, para que Dios pueda modelar nuestro carácter, para que podamos ver en nosotras mismas cosas que no están bien. ¿Alguien te decepcionó? ¿Algo no salió como esperabas? Tómalo como una oportunidad de aprender sobre ti misma, sobre tu responsabilidad en esa situación, sobre tu reacción ante el desastre. La decepción nos ayuda a fortalecer nuestro carácter y a ejercitar nuestra paciencia.

Romanos 5:3-4

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;



Ahondando en nuestra relación con Dios

Ante la decepción, lo mejor que podemos hacer es ahondar nuestra relación con Dios, profundizarla y fortalecerla. El es el único que no nos va a fallar. Vayamos  a Él por consuelo, por respuestas y por guía sobre qué hacer y cómo hacerlo.
Pablo decía “si Dios es con nosotros, ¿quién contra nosotros?” Romanos 8:31 y explicaba también que no había nada que pudiera separarlo del amor de Dios:

Romanos 8:38-39

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.




Estar en un tiempo en el que te sientes decepcionada con algo o con alguien nunca es fácil. Pero, hagamos de esto una ocasión para ajustar nuestras expectativas, aprender de nuestros errores y ahondar en nuestra relación con Dios.

Fijemos nuestros ojos en Cristo y sigamos adelante.



Contenta en Su servicio,


Edurne


Comentarios

Entradas populares