Viendo la belleza en todo




Vivimos cerca de un morichal. El moriche es una clase de palma alrededor de la cual siempre hay agua. Cuando voy con los niños de camino a su escuela, pasamos el morichal por un puentecito sobre una poza de agua pequeñita, un charco grande vamos. 

Antes, hace mucho, uno se podía bañar en ese cañito. Ahora es un basurero en el que puedes encontrar botellas, neumáticos, bolsas… hasta una lavadora había una vez (eso de reciclar para salvar el Amazonas se hace en todos los sitios del mundo... ¡menos en Amazonas!). 


 (Palma de moriche)



Cuando yo paso veo un charco sucio y lleno de basura. Pero a mis hijos les encanta pasar por ahí en esta época del año y quedarse mirando.... porque ellos ven algo más. 


Estamos en plena temporada seca. Seca, seca, de esas en las que el agua de la ducha sale caliente (sin calentador, no usamos calefones por aquí) y en las que comienzas a sudar solo con respirar. ¿Cualquier verano agobiante y caluroso que hayas vivido en tu vida? Pues igual o peor. Durante seis meses. 




El agua del caño comienza a secarse y a bajar de nivel de forma que los pececitos que viven ahí están muy en la orilla. Y esa comida tan fácil de alcanzar atrae a las garzas, que en las horas más frescas de la mañana en las que el puente está en sombra se dan un festín de primer nivel. 



Incluso en ese caño sucio y maloliente, hay belleza…



….garzas elegantes, majestuosas, con el blanco más puro que se pueda ver en sus plumas.
…tortugas y peces e iguanas y lagartos de todas clases.
…mariposas de colores que revolotean sobre la superficie del agua.
…riqui riqui - heliconia (de las tan escasas flores que hay en la selva).


Cosas que uno se pierde al ver por primera vez, pero que, al mirar con atención, se pueden apreciar. 


Dicen que la belleza está en el ojo del que mira, algo con lo que estoy totalmente de acuerdo. Pero creo que podemos entrenar el ojo para ver la belleza aun en las cosas más prosaicas. 


En los platos sucios, en las camas sin tender, en el desorden de los niños, en las conversaciones difíciles con nuestro adolescente, en la enfermedad, en las luchas, en los problemas de nuestro matrimonio, en la soledad... En todo podemos ver la belleza si nos entrenamos a buscarla. 




2 Corintios 12:10
 …por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias…






Romanos 5:3-5

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no averg:uenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. 



2 Corintios 4:15-18

Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 




Sin duda, el apóstol Pablo era un hombre que sabía ver la belleza en medio de situaciones extremadamente difíciles. El no miraba solo el presente inmediato, sino lo porvenir. 


Estaba entrenado para ver la belleza en todo. 


A veces es necesario ver más allá del momento actual, de la situación particular, del problema concreto para apreciar la belleza de lo que estamos viviendo. Llegará un día en el que todo tenga sentido y en el que verás en propósito de las situaciones “feas” por las que atravesamos cada día.


¿Qué pasaría si entrenáramos nuestros ojos para ver la belleza en cualquier rincón? ¿Si en todo pusiéramos nuestra mirada en el Señor? ¿qué hay más bello que Él? ¿Acaso no recordamos que Él está en todo? 


Colosenses 1:17
Y Él es antes de todas las cosas y todas las cosas en Él subsisten 





De manera que, en esas situaciones difíciles, “feas” de nuestra vida, detengámonos para ver al Señor en ellas y apreciemos la belleza, apreciémoslo a Él en medio de todo.


Contenta en Su servicio,



Edurne



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