Hombre rico, hombre pobre - Santiago (4)
Antes de comenzar…
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Puedes descargar estas hojas con los versículos de hoy, las preguntas de reflexión y
espacio para tus notas.
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Ora para
que el Espíritu Santo hable verdad y sabiduría a tu corazón a través de los versículos
que vamos a estar estudiando
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Lee
Santiago 2:1-13 varias veces. Anota aquellas palabras, ideas o versículos que
más llamen tu atención y escoge al menos un versículo para memorizar durante la
semana.
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Repasa
los estudios anteriores y asegúrate de que has comprendido e interiorizado
todos los versículos antes de seguir adelante.
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Hermanos
míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de
personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y
con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis
con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen
lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi
estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces
con malos pensamientos?
Hermanos
míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean
ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero
vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos
los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen
nombre que fue invocado sobre vosotros?
Si en
verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y
quedáis convictos por la ley como transgresores.
Porque
cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace
culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha
dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has
hecho transgresor de la ley. Así hablad, y así haced, como los que habéis de
ser juzgados por la ley de la libertad.
Porque
juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la
misericordia triunfa sobre el juicio.
¿Tratamos igual a un hombre rico que a
un hombre pobre?
Esta
es una de las cuestiones sobre las que Santiago nos hace reflexionar en el
comienzo del capítulo 2. ¿Damos el mismo trato a todas las personas sin
importar que sean ricos, pobres, blancos, negros, hombres, mujeres, jóvenes,
viejos, de la misma o distinta tendencia política…?
Y,
otra reflexión que lanza Santiago: si hacemos acepción de personas por la razón
que sea… ¿qué dice esto sobre nosotras como creyentes y como seguidoras de
Cristo?
Debemos recordar que Santiago
escribió en una era muy “parcial”, llena de prejuicio y odio basado en la
clase, etnias, nacionalidad y trasfondo religioso. En el mundo antiguo se
categorizaban rutinaria y permanentemente a las personas debido a que ellos
eran Judíos o Gentiles, esclavos o libres, ricos o pobres, griegos o bárbaros,
o lo que fuera.
Un aspecto significante de la obra de Jesús fue
el romper esas murallas que dividían a la humanidad, y el traer adelante una
nueva raza humana en Él
Efesios
2:14-15
Porque él es nuestra paz, que de ambos
pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su
carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas,
para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.
El favorecer a algunas
personas sobre otras por cuestiones de discriminación, muestra una profunda
carnalidad entre los cristianos.
…
Muestra que nos importa más la apariencia externa que el corazón,
contrariamente a lo que hace Dios (1 Samuel 16:7).
… Muestra que entendemos mal quién es
importante y bendecido a la vista de Dios (1 Corintios 1:26-31)
… Muestra
un rasgo egoísta en nosotros. Usualmente favorecemos al hombre rico sobre el
hombre pobre debido a que creemos que podemos obtener más del hombre rico
(Filipenses 2:3)
Un
cristiano maduro practica la verdad. Las personas inmaduras hablan de sus
creencias, pero la persona madura vive su fe. Escuchar la Palabra de Dios y
hablar sobre la Palabra de Dios nunca podrá sustituir vivir la Palabra de Dios.
Es el modo en el que nos comportamos con la gente lo que indica lo que creemos realmente.
1 Juan 4:20
“Si alguno dice: Yo
amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su
hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”
Warren
Wiersbe en su libro Be Mature sobre
la epístola de Santiago, habla sobre cuatro doctrinas cristianas básicas y cómo
aplicarlas según la manera en la que debemos tratar a otras personas:
1. La Deidad de Cristo
Jesús
no hace acepción de personas
Jesús
mismo fue despreciado y rechazado
¿Cómo
practicamos la deidad de Cristo en nuestras relaciones humanas? Es simple: mira
a cada uno a través de los ojos de Cristo. Si quien visita la iglesia es
cristiano, aceptémosle debido a que Cristo vive en él. Si no es cristiano,
recíbele porque Cristo murió por él.
2. La Gracia de Dios
Dios
nos salva completamente en base a la obra de Cristo en la cruz y no en base a
lo que nosotros podamos ser o tener.
La
doctrina de la Gracia de Dios, si es que realmente creemos en ella, nos obliga
a relacionarnos con las personas en base al plan de Dios y no en base a los
méritos humanos o al status social.
3. La Palabra de Dios
En
los últimos años, los creyentes hemos enfrentado una batalla por ataques contra
la inspiración y autoridad de la Palabra de Dios. Es bueno defender la verdad
de la Palabra de Dios pero no debemos olvidar que la mejor defensa son nuestras
vidas y ministerios.
El
amor cristiano no significa que vamos a estar de acuerdo con todo el mundo. El
amor cristiano significa tratar a los demás como Dios me ha tratado a mí.
4. El Juicio de Dios
Nuestras
palabras serán juzgadas. Las palabras demuestran lo que hay en nuestro corazón
y Dios perdona nuestros pecados, pero no puede cambiar las consecuencias. Si
mostramos misericordia o si no lo hacemos, tendrá sus consecuencias.
¿De
qué manera práctica vivimos lo que predicamos? ¿Por qué nos creemos con el derecho
de escoger qué partes de la Escritura obedecemos y qué partes no? La obediencia
debe ser plena, no selectiva. Cuando somos comandadas a amar a nuestro prójimo
como a nosotros mismos, debemos obedecer sin considerar si ese prójimo nos
gusta o no. De igual manera debemos amarlo.
Recordemos
que la misericordia que nosotros mostramos será extendida a nosotros de nuevo
en el día del juicio.
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Preguntas de Reflexión:
1.
Piensa en tu relación con otras personas. ¿Qué te dificulta tener comunión con
otros?
2.
¿Qué tipo de problemas suelen dividir a las personas, especialmente, a los
creyentes? ¿Caes tú también en esas cuestiones?
3.
¿De qué manera Santiago 2 se puede comparar con 1 Juan 4:20?
4.
¿Qué crees que significa mirar a otros a través de los ojos de Cristo? ¿Cómo
puedes hacerlo de manera práctica?
5.
¿Crees que eres alguien que critica o juzga a otras personas? En caso
afirmativo, ¿por qué crees que esto sucede y qué puedes hacer para evitarlo?
6.
¿De qué manera la gracia de Dios se manifiesta en la manera en la que Él se
relaciona con nosotros? ¿De qué forma podemos imitar esto en nuestra propia
vida?
7.
¿Cómo es posible que dos mandamientos resuman toda la ley? ¿Por qué es tan
importante el amor?
8. Piensa en tu forma de relacionarte con otros. ¿Es el amor lo que prima en tus relaciones? ¿De qué maneras prácticas muestras amor a otros? ¿De qué otras maneras puedes hacerlo?
8. Piensa en tu forma de relacionarte con otros. ¿Es el amor lo que prima en tus relaciones? ¿De qué maneras prácticas muestras amor a otros? ¿De qué otras maneras puedes hacerlo?
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Al terminar el estudio:
-
Revisa tus notas sobre lo que has aprendido en el estudio de hoy. ¿De qué
manera puedes aplicarlas a tu vida?
- Examina
tu corazón. ¿Hay alguna actitud de discriminación en contra de alguien por
cualquier cuestión? ¿Tratas a todas las personas por igual? ¿Hay alguna persona
por la que sientas alguna animadversión especial? Ora por esto y piensa de qué
forma puedes cambiar tu corazón en cuanto a este tema.
Contenta en Su servicio,
Edurne
La
próxima semana - Fe falsa – Santiago
2:14-26
Anteriormente en la serie
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