Mujer virtuosa – Mujer esforzada
Proverbios 31:17, 19
Ciñe
de fuerza sus lomos,
Y
esfuerza sus brazos.
Aplica
su mano al huso,
Y
sus manos a la rueca.
Esta
mujer virtuosa tiene el encargo divino de edificar su hogar (Proverbios 14:1).
Hemos visto que se mantiene ocupada, que trabaja dentro y fuera del hogar y que
aprovecha bien el tiempo.
Pero
es que, además de eso, hoy vemos que es una mujer que se esfuerza, que pone
tesón en su labor y trabaja arduamente. No es de las que deja las cosas para
después, sino que acomete sus tareas con decisión y vigor.
Esta
mujer es fuerte en lo físico, en lo emocional, en lo psicológico y en lo
espiritual.
Ciñe
de fuerza sus lomos,
Y
esfuerza sus brazos.
Hace
tres mil años, cuando se escribió este poema, las mujeres (y los hombres)
llevaban vestimentas sueltas. Para realizar labores físicas, debían subirse el
vestido y asegurarlo, ceñirlo, con una especie de cinturón. Solo así tenían la
libertad de moverse para hacer sus tareas, especialmente las que suponían un
esfuerzo prolongado.
Era
una acción similar a la de subirse las mangas y ponerse manos a la obra, un
incentivo tanto físico como psicológico para comenzar a trabajar.
Parte
de su fuerza viene de su elección de comprometerse con el trabajo duro. Ceñirse
de fuerza revela que esta mujer virtuosa está motivada para hacer su trabajo y
preparada para la acción.
Proverbios 13:4
“El alma del
perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada.”
Aplica
su mano al huso,
Y
sus manos a la rueca.
El
huso y la rueca eran elementos que se usaban para convertir la lana de la oveja
en hilo para poder usarla después para hacer ropa, tapices… Y quizás tenemos
una imagen romántica de la rueca por las películas o los cuentos, pero no era
un trabajo tan placentero ni tan fácil como, en apariencia, podemos pensar.
Hacía
falta mucho esfuerzo, diligencia y trabajo duro para procesar la lana y era
este un trabajo monótono, que consumía mucho tiempo y nada “glamuroso”. Y, si
alguna vez has visto una oveja y te has fijado en su lana… no tiene nada que
ver con los bellos hilados que tenemos al final, lo que nos indica que hace
falta un proceso largo y complejo para procesarla.
Los
tiempos han cambiado. En nuestro siglo XXI ya no tenemos que hilar ni procesar
la lana nosotras mismas. Sin embargo, todos los días hay tareas más o menos
placenteras que tenemos que hacer.
Te
confieso la que a mí más me cuesta: planchar. ¡Es que solo de pensarlo se me
quitan las ganas!
En
el capítulo anterior hemos visto que esta mujer virtuosa tiene ética del
trabajo. Ahora vemos que no solamente está dispuesta a trabajar, sino que está
más que dispuesta a trabajar duro y a esforzarse en tareas que, quizás no le
gusten del todo, pero que sabe son beneficiosas para toda la familia.
Una
mujer virtuosa es, por tanto, una mujer que no le tiene miedo al trabajo duro, que
se sube las mangas y se pone a hacer aún las tareas más ingratas con los ojos
puestos en Jesús, sabiendo que su esfuerzo contribuye en gran manera a la marcha
de su hogar.
“se levantó de la
cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en
un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con
la toalla con que estaba ceñido.”
Juan 13:4-5
¿Qué
trabajo más ingrato que ponerse a lavar los pies embarrados y sucios después de
un largo día de caminar de un lado a otro? Jesús no tuvo ningún reparo en hacerlo.
Nosotras debemos seguir Su ejemplo y esforzarnos aún en esas tareas que son
difíciles o que, incluso, no nos gusta hacer.
Aunque
sea planchar.
Para pensar:
Si
bien nuestra época moderna ha simplificado en gran medida las tareas del hogar,
quizás haya cosas que aún te cueste hacer. O tal vez te cuesta hacer otras cosas
como cuidar de los niños, de tus padres ancianos, realizar un trabajo fuera del
hogar que no cumple tus expectativas… Sea lo que sea que te esté costando hacer
hoy, toma la decisión de seguir el ejemplo de Cristo y esforzarte por llevarlo
a cabo de la mejor manera posible. Cuando estés pensando en lo poco que te
gusta lo que tienes que hacer, recuerda a Jesús lavando los pies de Sus
discípulos y cobra ánimo para realizar la tarea que Él te ha encomendado.
Contenta en Su servicio,
Edurne
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