4 formas de mejorar un mal día
¿Has tenido
alguna vez un mal día?
¿una mala
semana?
¿un mal año?
No sigo.
Yo sí.
Muchos. Días o épocas en las que me he sentido inadecuada, en las que he sentido
que mi vida no tenía sentido, en las que he visto que otros conseguían las
cosas por las que yo había luchado hasta la extenuación. “Malas rachas” en las
que todo sucedía demasiado deprisa o demasiado despacio o en las que,
simplemente, nada sucedía. Épocas de bajones económicos, de enfriamiento
espiritual, de enfermedad encadenada.
Ah sí.
Siempre hay de esos.
Especialmente
cuando decides hacer las cosas bien, cuando te decides a tener una relación más
estrecha con Dios, cuando decides tomar buenas decisiones, cuando decides
servir al Señor.
Sí, es ahí
cuando los días malos llegan con más frecuencia.
Y es que
cualquier cosa va a ser utilizada en tu contra para que te desanimes, para que
sigas viviendo de manera anodina y en derrota, para que sigas calentando la
banca de tu iglesia en lugar de tomar la decisión de vivir para Dios, a la
manera de Dios, en el tiempo de Dios.
Sea cual sea
la razón, si estás viviendo un mal día (o una mala década… que también pasa),
te comparto 4 formas que te pueden ayudar a mejorarlo –
1. Recuerda que
Dios está contigo
Aprovecha el
mal momento para hablar con Dios, para contarle qué te pasa, cómo te sientes.
Muchas de mis oraciones en los momentos malos reconozco que han sido reproches
y “¿por qués?” teñidos con lágrimas. El Señor te ama, Él quiere estar contigo
también en los momentos duros…pero a veces no le dejamos.
A veces preferimos alejarnos en lugar de acercarnos y esto es un error. El quiere estar con nosotras al atravesar el desierto, al cruzar las aguas impetuosas, al caminar sobre el fuego de la prueba.
Isaías 43:2
“Cuando pases por
las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases
por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.”
El quiere
renovar nuestras fuerzas, llevarnos de la mano y guiarnos a cada paso del
camino.
No permitas
que el desánimo, los malos tiempos o los problemas te alejen de Dios. Al
contrario, que sean un trampolín para llevarte cada día más cerca de Él.
2. Sé agradecida
La gratitud
es la madre del contentamiento.
¿Hace cuánto
tiempo que no das un vistazo a tu alrededor y das gracias por todo lo que
tienes? Sí, lo sé, aun hay muchas cosas en tu lista de deseos, muchas otras por
las que oras y muchas otras más que tu vecina tiene y tú no.
Pero, ¿te
das cuenta de que esas actitudes te roban el gozo? ¿Que estar siempre buscando
y anhelando todo lo que no tienes en lugar de dar gracias por lo que sí tienes
te hunde cada día más en la profunda laguna del descontento?
Hebreos 13:5
“ Sean
vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora;”
Un corazón
agradecido es un corazón contento. No un corazón resignado, ni un corazón que
crea que no puede tener cosas mejores ni uno que desconfíe en que Dios puede
darle aquello que anhela. No. Un corazón contento. Uno que reconoce la mano de
Dios en su vida y que confía en que aquello que Dios le da en el momento en el
que Él decide dárselo es siempre lo mejor.
Da gracias
por lo que tienes. Da gracias por lo que no tienes. Da gracias por lo que vendrá.
Da gracias por lo que Dios ha hecho en tu vida. Y deja que el contentamiento
llene tu corazón.
3. Canta
¿No es lo
tuyo? Oh, lo mío tampoco. Te lo aseguro. Dios me ha dado algunos talentos pero
¿el canto? No, ese lo reservó para alguien más.
Pero hay
algo liberador en cantar. ¿No lo crees? Y en escuchar música. Recuerdo cuando
era jovencita (e incoversa) escuchar con una amiga por horas el mismo disco
(sí, soy de la época en la que todavía había discos de vinilo) de la misma
cantante con el único propósito de llorar el mal de amores.
Escuchábamos.
Cantábamos. Llorábamos y, al rato de hacer lo mismo, el “mal rollo” comenzaba a
desaparecer.
La música
tiene algo especial. Y más la música de alabanza, la música con un mensaje que
te llega al alma, los himnos y cantos espirituales.
Efesios 5:19
“hablando entre
vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al
Señor en vuestros corazones;”
¿Te sientes
mal hoy? Canta. A pleno pulmón. Sin que te importe si lo haces bien o mal.
Alaba. Escucha música que llene tu alma.
4. Haz algo que
disfrutes
En los días
malos, no podemos hacer maravillas, no, estamos en modo “supervivencia”. Es
como que todo cuesta el doble, como que para todo necesitamos un esfuerzo
extra, hasta para lo más simple.
Dedícate a
hacer algo que te salga solo, algo que te inspire, algo que te llene. ¿Ese
libro que llevas meses aparcado por falta de tiempo? Hazte un hueco para
leerlo. ¿Ese estudio que estabas haciendo y que dejaste aparcado? Intenta
terminarlo. ¿Esa bufanda que comenzaste a tejer y que no llegó ni a la mitad? Retómala.
A veces son
las cosas más sencillas las que nos traen un mayor gozo. Un paseo, una tarde de
poesía, unas risas con tus hijos o con tus nietos, un rincón en el que pintar,
arreglarte, escuchar la lluvia… ¿Qué cosas sencillas te dan placer y ponen una
sonrisa en tu boca? ¡Hazlas! Y disfrútalas.
Es en esos
días malos en los que las cosas “pequeñas” adquieren gran valor.
¿De qué maneras
prácticas transformas tus malos días? ¿Cómo sales de los días grises, de las
malas épocas? Comparte en comentarios para que, entre todas, podamos ayudarnos.
Contenta en Su servicio,
Edurne
Hola Edurne, Gloria a Dios por este post que compartes, es de bendición. Estaba en unos de esos días o rachas malas, con poco ánimo y no encontrando sentido en una situación. Pero gracias porque a través de tus palabras nos das ánimos a muchas mujeres y lectores de tu blog. Dios te bendiga. Es cierto que los cantos nos ayudan bastante, ministran el alma. Y lo puedo sentir ahora, estaba deprimiendome por este día malo, pero siento más tranquilidad y quiero gozarme en medio de los días malos. Gloria a Dios. Un fuerte abrazo para ti, siempre leo tus post y soy bendecida. Eres un canal de bendición.
ResponderEliminarAmén! gracias por compartir. Bendiciones!! :)
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