Un mal padre
Romanos 15:4
“las cosas que se escribieron antes, para
nuestra enseñanza se escribieron”
La
Escritura nos da multitud de ejemplos de madres y padres. Algunos buenos, otros
no tanto. Tenemos la posibilidad de ver cómo otros vivieron para poder aprender
de sus ejemplos y tener claro tanto lo que debemos hacer como lo que debemos
evitar.
Hoy
quiero compartir contigo la historia de un mal ejemplo de padre: la del
sacerdote Elí (1 Samuel 2 – 3)
Elí
era el Sumo Sacerdote. Era este un trabajo importante y noble. Era, ni más ni
menos, el segundo hombre en autoridad después del rey. Pero Elí vivió en la
época en la que aún no había rey en Israel. Por tanto, no era solo el Sumo
Sacerdote, sino que también era juez sobre Israel.
Era
un hombre de Dios. Su trabajo era compartir la Palabra de Dios con el pueblo y
liderarlo. El Sumo Sacerdote servía durante toda su vida y, generalmente, sus
hijos eran sus sucesores.
Conocemos a Elí a
través de la historia de Ana y su hijo Samuel. Elí fue el encargado de criar y
preparar a Samuel para el sacerdocio. Elí hizo un buen trabajo con Samuel…pero
no lo hizo así con sus hijos.
1
Samuel 2: 12
“Los
hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.”
O más bien, los
hijos de Elí eran hombres impíos porque no tenían conocimiento de
Jehová.
Ese fue el primer
fallo de Elí.
Sus hijos se
dedicaban a sacar la carne de los sacrificios, extorsionar a las personas que
iban al templo “menospreciando las
ofrendas de Jehová” (2 Samuel 2:17) y acostarse con las mujeres que servían
en el tabernáculo (2 Samuel 2:22).
Eran unas joyas
vamos. Tomaban su posición privilegiada para pecar a lo grande y con todo
descaro. El original hebreo los llama literalmente “hijos de Belial”, un dios
pagano que representaba el comportamiento más retorcido y malvado.
1
Samuel 3:13
“Y le
mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe;
porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado.”
Este fue el
segundo error de Elí.
Él sabía el mal
que sus hijos estaban haciendo. Él era consciente del pecado de sus hijos y de
la magnitud que este tenía. Y, si bien 1 Samuel 2 recoge un leve reproche de
Elí hacia la actitud de sus hijos (2:23-25), obviamente no fue suficiente.
Elí les pregunta “¿por qué estáis haciendo esto?”… ¿por
qué? ¿Acaso hay alguna razón que justifique el pecado? ¿Acaso esperaba Elí un
motivo para su comportamiento que los excusara de las graves consecuencias que este
iba a acarrear?
Elí hizo lo peor
que un padre puede hacer a la hora de corregir el mal comportamiento de sus
hijos: hablar y nada más. Se quejó sobre lo que sus hijos estaban haciendo pero
no tomó ninguna acción para corregir el problema. No hubo consecuencias por su
desobediencia.
Elí había honrado
a sus hijos más que a Dios (1 Samuel 2:29) y eso había nublado su juicio sobre
ellos y dinamitado su autoridad como padre.
El juicio de Dios
sobre la casa de Elí viene, principalmente, porque sus hijos habían blasfemado
a Dios y porque Elí, su padre, no los había estorbado a la hora de
hacerlo.
Los hijos de Elí
ya eran adultos, ya no estaban bajo la autoridad estricta de Elí como cuando
eran más jóvenes. Pero su indulgencia ante su tarea de sacerdotes con toda
seguridad surgía de su indulgencia anterior como padre. No había cumplido con
la instrucción dada en Proverbios 22:6 –
“Instruye al niño en su camino,
Y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él.”
Al no instruir a
sus hijos desde niños, Elí provocó que sus hijos se apartaran del camino de
Dios al convertirse en adultos.
Dios, que es un
Padre amoroso y firme, sí expone con claridad las consecuencias del pecado de
Sus hijos: los hijos de Elí morirían el mismo día (2:34) y el sacerdocio sería
arrebatado de la casa de Elí (2:35-36).
Elí había fallado
en lo principal con respecto a sus hijos:
Efesios
6:4
“Y
vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en
disciplina y amonestación del Señor”
Criarlos en la
disciplina y la amonestación del Señor.
Criarlos en el
conocimiento de Dios.
Criarlos en el
temor de Dios.
Criarlos en el
amor a Dios.
Los hijos de Elí
no conocían a Dios. El conocimiento que Elí tenía del Señor no fue pasado a sus
hijos. La experiencia de conocer a Dios es personal, no se hereda. El hecho de
que un padre sea cristiano no convierte a sus hijos en cristianos. Cada uno
tiene que dar el paso de querer tener una relación personal con Dios.
Pero nosotros los
padres tenemos el deber de acercar a nuestros hijos al Señor. De exponerles a
la Palabra. De mostrarles una vida de acuerdo a los principios que Dios nos
da.
Es nuestra
responsabilidad ser ejemplos espirituales para nuestros hijos, entrenarlos y
amonestarlos. Disciplinarlos y criarlos en la Palabra de Dios.
La palabra “disciplina”
se define como instrucción que desarrolla control personal, eficiencia, orden,
obediencia, conducta ordenada y corrección. La
idea de disciplinar viene del concepto de discipular. Disciplinar a los
hijos implica un proceso de verdadero discipulado. Es ayudar al niño a
desarrollar las cualidades, conocimientos y actitudes que lo llevarán a ser una
persona autónoma, con dominio de sí.
Disciplinar y
discipular son conceptos que están íntimamente relacionados. Pero,
generalmente, los separamos.
Cuando pensamos
en “disciplinar” pensamos en castigos, reprimendas, consecuencias, autoridad.
Cuando pensamos
en “discipular” pensamos en enseñar, instruir, mostrar la verdad de Dios,
ayudar a otros a conocer la Palabra, dar herramientas espirituales.
Pero nos
olvidamos de que nuestros primeros discípulos son nuestros hijos. De que la
disciplina sin instrucción no sirve de nada.
Deuteronomio 6:4-9 nos
da un cuadro de la familia gobernada totalmente por principios y preceptos
bíblicos en el que a los padres se les exhorta a enseñar la palabra de Dios a
los hijos:
“Y las repetirás a tus hijos, y hablará de ellas estando en tu casa, y
al acostarte y cuando te levantes”.
También nos dice el
pasaje que toda la instrucción que demos a los hijos, toda guía y dirección,
toda amonestación que se les dé, deben tener el objetivo de que puedan amar al
Señor.
El propósito de la
disciplina y de la instrucción es llevar a los hijos a una relación de
obediencia y sumisión a la autoridad de Dios mismo.
La disciplina tiene el
propósito de edificar y ayudar y no de destruir. Los padres no han de crear en
sus hijos sentimientos de ira o contrariedad debido a una excesiva severidad; o
de injusticia en la aplicación de la disciplina. Recordemos que la base para toda
disciplina es el amor.
Hebreos 12:6
“Porque el Señor al que ama, disciplina,
Y azota a todo el que recibe por hijo.”
No cometamos los
mismos errores que Elí. Seamos ejemplos piadosos para nuestros hijos, tengamos
tolerancia cero con respecto al pecado de nuestros hijos e introduzcamos mucho “discipulado”
en nuestra disciplina.
¿De qué manera te
habla la historia de Elí y sus hijos hoy? Si quieres compartir sobre el tema
que estamos tratando, deja tu comentario aquí o en la página de Facebook.
Contenta en Su servicio,
Edurne
Querida Edurne siempre es una bendición leerte, siempre! Soy mamá de 2 adultos y una adolescente, he sido "intensa" en su crianza y en decirles siempre que representan mi bendición así que no permitiría que se pierdan sus almas, eso no evitó que la mayor se embarazara a los 20. Fue un golpe durísimo a mi fe y lo que yo creía había hecho con ella, el proceso para aceptar y perdonar a mi hija fue rápido... Dios me dijo tengo un plan para esto, me hablo mucho sobre María la madre de Jesús y su embarazo fuera del matrimonio. Mis hijos nacieron y criaron en un hogar cristocentrico y siempre en la Iglesia. Este era el contexto de la boda de mi hija. así que difícil de entender como había sucedido todo. Mi esposo y yo debimos sanar rápido para poder restaurarla a ella. Hoy seguimos sirviendo al Señor en nuestra Iglesia y ayudandola a criar a nuestro precioso regalo. Ella esta por iniciar un Ministerio de ayuda a jovencitas que atraviesan la misma situación. Te cuento mi testimonio pues como padres nunca estaremos excentos de sufrir con los errores de nuestros hijos y este post me recordó que somos un testimonio de restauración para la gloria de Dios! Bendiciones y un abrazo virtual!
ResponderEliminarAh mil gracias por compartir tu testimonio!! Eso es así. Nosotras podemos hacer todo lo que está en nuestra mano...pero hay muchas cosas que se nos escapan. Al fin y al cabo, nuestros hijos toman sus propias decisiones también una vez que son adultos. Y a pesar de que los hayamos criado en la Palabra, tienen libre albedrío y cometen errores. Nuestra tarea es darles las herramientas para que eso no suceda o suceda lo menos posible... pero al final ellos deciden por sí mismos también aunque hayamos hecho todo según el libro.
EliminarSaludos y bendiciones!!
Jejeje cuando dice "boda" quise escribir "vida"
ResponderEliminarGracias hermana, Dios siga llenándote de sabiduría y revelación, no soy madre, espero en el Señor esa bendición, pero soy tía y hermana, y siempre instruyo a mis hermanas y sobrinos en el temor a Dios, también soy maestra infantil en mi congregación. Gracias hermana Dios te bendiga más!!
ResponderEliminarQué importante es ejercer esa labor con todos los niños en nuestra vida Maziel! Bendiciones :)
EliminarIgualmente tengo dos hijos adultos, a pesar de que los críe en el evangelio el mayor esta apartado. Eso lastima mucho mi corazón, espero que en el tiempo de Dios mi hijo se acerque a su presencia.
ResponderEliminarExcelente tema. El que Elí haya hecho un buen trabajo con Samuel, pero que descuidó a su familia, es algo completamente típico en los creyentes en todo el mundo. La idea no es solamente llevarlos a la iglesia y hablarles del Señor y su palabra, sino impactar su vida con nuestro tiempo de calidad, ejemplo de amor y servicio. Será mas fuerte en su vida nuestro ejemplo de obediencia a Dios que nuestras palabras y llevarlos a una iglesia. Saludos
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