Ester capítulo 4
Las cartas han sido
enviadas. El decreto irrevocable ha sido enviado. La suerte de los judíos está
echada, sellada y firmada. Amán, despechado por la negativa de Mardoqueo a inclinarse a él, ha llevado adelante su
plan para destruir a los judíos. En ese momento terrible de la historia nos
encontramos al comenzar el capítulo 4 del libro de Ester.
Se cree que la cantidad
de judíos viviendo en el vasto imperio persa era de unos 15 millones. Debido a
la enemistad de Amán y a la pasividad del rey, por todo el imperio los judíos
se lamentaban por su destino (Ester 4:1-3).
Una de las formas que
los judíos tenían de evidenciar el dolor era rasgarse las vestiduras y vestirse
de cilicio y ceniza, tal y como hizo Mardoqueo.
Rasgarse las vestiduras
(de ahí viene la expresión que seguimos usando hoy en día) es una tradición
antigua judía asociada con el duelo, el dolor y la pérdida. Era un acto público
y una expresión poderosa de dolor. La práctica continúa hoy en día con la keriah judía, el ritual mediante el cual
un rabino corta la ropa de los asistentes a un funeral judío.
El cilicio y las
cenizas acompañaban muchas veces al acto de rasgarse las vestiduras para
mostrar el duelo. El cilicio era un material hecho de pelo de cabra negra,
convirtiéndolo en algo muy incómodo de llevar. Las cenizas acompañaban al
cilicio en tiempos de un desastre nacional o de arrepentimiento del pecado. Lo
habitual era sentarse sobre cenizas y ponerse ceniza en la cabeza.
No solamente Mardoqueo
mostraba su dolor, sino también los judíos alrededor del reino, A medida que el
decreto se extendía, el temor y el dolor llegaba a cada judío en el reino
(Ester 4:3)
Si bien todo el mundo
sabía que Mardoqueo era judío, Ester estaba preocupada por su seguridad. Y en
cuanto escuchó que se había vestido de cilicio, decidió enviarle ropas para que
se cambiara (Ester 4:4).
Los reyes orientales
vivían en una burbuja que impedía que dentro de su palacio hubiera muestras de
duelo o de lamento. Si a Asuero se le ocurría salir del palacio y veía a
Mardoqueo en su traje de luto, este podría estar en problemas.
Pero Mardoqueo no lo
aceptó y aprovechó la preocupación de Ester para enviarle la copia del decreto
de Amán y pedirle que interviniera.
Ester y Mardoqueo no
podían hablar cara a cara. La reina no podía salir de los aposentos de las
mujeres y Mardoqueo tampoco podía entrar. Así que debían comunicarse por medio
de mensajes traídos y llevados por el eunuco.
Cuando Mardoqueo
recibió la respuesta de Ester de que Asuero no la había mandado llamar en los
últimos treinta días y le recordó que, si entraba en la cámara del rey sin
haber sido llamada, le esperaba la muerte, Mardoqueo le dio una respuesta clara
y concisa que no dejaba duda de la gravedad de la situación en la que ambos se
encontraban:
Ester
4:14
“Porque si callas absolutamente
en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los
judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta
hora has llegado al reino?”
Ester era también
judía. El decreto decía que todos los
judíos debían perecer. Estar en el palacio no la iba a salvar de la muerte.
Mardoqueo había
aconsejado siempre a Ester que permaneciera callada con respecto a su origen y
ahora era el momento de revelarlo y de dar un paso al frente en favor de su
pueblo.
Mardoqueo le recordó
también que su silencio no influiría en la liberación final del pueblo judío.
Él confiaba en el poder de Dios y en Sus promesas, y conocía el pacto de Dios
con Abraham (Génesis 12:1-3). Él tenía fe de que el pueblo de Israel sería
protegido de la aniquilación. Sin embargo, era posible que algunos judíos aun
murieran y Ester podía ser uno de ellos.
Eso fue lo que ocurrió
también con los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. La “solución final”
nazi pretendía borrar del mapa a todos los judíos de Europa. Seis millones
murieron, pero el pueblo judío sobrevivió al holocausto.
Además, ambos sabían
que el hecho de que ella estuviera en el palacio, de que fuera la reina de
Persia, no era ninguna casualidad. Era parte del plan de Dios, de la
providencia de Dios, de la soberanía de Dios.
Ante la respuesta de
Mardoqueo, Ester tomó la decisión de actuar. ¿Cómo permanecer impasible ante la
masacre de tantas personas sin hacer nada? Sin duda, que Ester fuera a ver al
rey sin ser llamada tenía un riesgo enorme… pero, en ese momento, Dios la había
colocado en una posición en la que ella era la única que podía hacer algo.
¿Cuántas veces volvemos
la mirada ante el sufrimiento a nuestro alrededor? Ya no porque, como a Ester,
nos vaya la vida en ello, sino, simplemente, porque sea desagradable o incómodo
de ver, porque pensemos que es algo ajeno a nosotros o que sucede en lugares
lejanos.
Volvemos la vista ante
la tragedia, el hambre, la guerra; ante los pobres, los inmigrantes, los
refugiados; ante los mujeres y los niños maltratados, ante los abusos
indiscriminados. No va con nosotras, no queremos meternos en problemas.
El político británico
Edmund Burke dijo:
“Todo lo que se necesita para que el mal triunfe es que la gente de bien no haga nada”
Durante muchos años, el
grupo terrorista ETA tuvo carta blanca en el País Vasco. Los vascos de bien le
dimos el respiro a la banda armada de no hacer nada, de no alzar la voz fuera
de casa, incluso de pensar que el que sufría el atentado, el secuestro o la
vacuna “algo habría hecho”.
En ese tiempo, los
vascos de bien cambiábamos de acera para no enfrentarnos a las víctimas,
sabiendo que no teníamos moral para sostener su mirada, que mirarles a los ojos
implicaba asumir que teníamos nuestra parte de responsabilidad por no levantar
la voz, por no salir en defensa de las víctimas, por no condenar de manera
explícita la violencia y el sinsentido de algo con lo que ni siquiera estábamos
de acuerdo.
Y eso es algo con lo
que la sociedad de hoy tendrá que vivir y algo a lo que todos nos tendremos que
enfrentar para reconstruir la convivencia en Euskadi ahora que la lacra del
terrorismo ha terminado.
Santiago
4:17
“y al que sabe hacer lo bueno,
y no lo hace, le es pecado.”
¿Te das cuenta? Hacer
lo que debes hacer, lo que sabes que está bien, aunque sea incómodo, difícil o
doloroso, es un mandato de Dios. Ayudar a otros y suplir las necesidades de
otros va más allá de nuestra conciencia o de que estemos inclinadas a hacer “buenas
obras”. Si hay algo que puedas hacer y no lo haces, estás pecando.
Mira a tu alrededor,
estoy segura de que, de una forma u otra, hay necesidad a tu alrededor. ¿De qué
manera puedes suplirla? No desvíes la mirada. La que vas a perder vas a ser tú.
Ester podía haberse
quedado quieta y callada. Incluso podía haber sobrevivido a la masacre… pero
Dios habría usado a otra persona para liberar a Su pueblo y Ester habría
perdido su bendición, habría perdido la oportunidad de hacer la voluntad de
Dios, la obra de Dios, la obra que le correspondía a ella (Efesios 2:10),
aquello para lo que había sido puesta en el palacio.
Pero Ester, al final,
decidió actuar.
Y
si perezco, que perezca.
¿Te das cuenta de lo
que significan estas palabras? Si es necesario que incluso pierda mi vida para
que la obra de Dios sea hecha y para obedecer Su voluntad, estoy dispuesta a
perderla.
Hechos 20: 24 es mi
versículo lema… aunque a veces me pregunto a mí misma si estoy dispuesta a
cumplirlo hasta las últimas consecuencias..
“Porque de ninguna cosa hago
caso, ni estimo preciosa mi vida para mi mismo, con tal que acabe mi carrera
con gozo, y el testimonio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del
evangelio de la gracia de Dios.”
En nuestra vida como
misioneros hemos vivido momentos difíciles y situaciones en las que incluso
nuestra vida ha estado en riesgo. Viene a mi mente el momento en el que recibí
una llamada desde el medio de la selva diciéndome que mi esposo tenía
apendicitis y que no había forma de sacarlo. En ese momento escribía:
“Mi fe en Dios es el
resultado de haber comprobado de primera mano que no hay absolutamente nada que
yo pueda controlar. Nuestras vidas están en Sus manos. Y hay que entenderlo así
para poder vivir sabiendo que, sin importar lo que pueda pasar, Dios es Dios y
Su voluntad es perfecta.
Aunque eso suponga
perderlo todo, hasta la vida.”
Ester no dudó en
arriesgar su propia vida no solo para salvar a otros, sino por obediencia a Dios.
¿Qué te está costando a
ti obedecer a Dios? ¿Estás viviendo de manera fácil y sencilla? ¿Estás pasando
de puntillas por este mundo sin hacer mucho ruido, sin que nadie sepa y vea que
eres cristiana? ¿Estás sacrificando tu tiempo, tu dinero, tus talentos, para la
obra de Dios? ¿O estás viendo una fe “light”?
Jim Elliot, uno de los
misioneros asesinados en la selva de Ecuador por los Aucas, expresó la misma
idea en una frase que nos ha tocado el corazón a varias generaciones de
creyentes:
“No es un loco aquel que da lo que no puede retener para ganar aquello que no puede perder”
Ester no obró de manera
irreflexiva ni alocada, no se lanzó de una . Le pidió a Mardoqueo que convocara
a los judíos de Susa para que, durante tres días, ayunaran con ella y por ella.
La oración y el ayuno
suelen ir juntos. Lo que Ester estaba pidiendo es que, sabiendo la dificultad que
tenía el plan que estaba por ejecutar, la cubrieran en oración y ayuno,
intercedieran por la dirección, la guía y la protección de Dios para ella.
Hay cosas que no
podemos hacer solas de ninguna manera. Hay tareas para las que nuestras fuerzas
no son suficientes. Hay momentos en los que debemos depender de Dios para que
las cosas salgan bien.
Si debes tomar una
decisión difícil en tu vida, si te estás enfrentando a una situación
complicada, no dejes a Dios a un lado. Pide Su guía, involucra a otros para que
puedan estar cubriéndote en oración también.
“La oración y el ayuno se encuentran juntos de manera frecuente en la Escritura, porque el ayuno es la preparación para la oración humilde y concentrada (Esdras 8:21-23; Salmo 35:13; Daniel 9:3; Hechos 13:3). El ayuno no sirve de nada si no va acompañado de oración sincera y de quebrantamiento delante de Dios. Si el ayuno se convierte en un mero ritual religioso, no consigue ningún propósito espiritual” (W. Wiersbe, Be Commited)
Desde el punto de vista
humano, Ester lo tenía todo en contra…
…la ley estaba en su
contra, porque nadie podía ver al rey sin ser llamado.
…el gobierno estaba en
su contra, porque el decreto decía que, como judía, debía morir.
…su condición de mujer
estaba en su contra, era un cero a la izquierda en la sociedad de la época, aun
siendo la reina.
…los cortesanos estaban
en su contra, puesto que nadie quería hacer nada para agraviar a Amán.
Pero, desde el punto de
vista de Dios, no era así. Cuando hacemos la voluntad de Dios, cuando
obedecemos a Dios, todo eso que, aparentemente, está en nuestra contra, puede
ser usado por Él de manera que ni siquiera podemos imaginar.
Romanos
8:31
“Si Dios es
por nosotros, ¿quién contra nosotros?”
¿Qué puedes aplicar a
tu vida de este estudio del capítulo 4 de Ester? ¿De qué manera habla Dios a tu
vida? ¡Cuéntanos!
Contenta
en Su servicio,
Edurne
ResponderEliminar“Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros".... Que la Misericordia de Dios nos haga desarrollar plenamente es Espíritu de poder, de amor y de dominio propio que Mora en nosotros. Amén
Wooooo gracias Dios por hablarle a tus hojas, no importa quién esté en nuestra contra Dios cuida de sus hijos, leí en Hechos 1:8 Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén,en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra, así que en Ester, en ti y en mi vemos cada día el poder divino de Dios y nuestro Señor Jesús obrando por medio del Espíritu Santo,Dios las bendiga a todas en el nombre de Jesús amén.
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ResponderEliminar“Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros".... Que la Misericordia de Dios nos haga desarrollar plenamente es Espíritu de poder, de amor y de dominio propio que Mora en nosotros. Amén
Perdón mis hermanas es hijas no hojas 😀😘
ResponderEliminarHermanos y hermanas yo pienso que la obediencia a Dios es lo importante ester se sometió a Dios sin importar que podía morir, si creemos que Dios es con nosotros quien contra nosotros, se llama creer y obedecer a Dios así lo agarramos y el peleará por nosotros
ResponderEliminarPerdón, le agradamos a Dios
Eliminar"Hacer lo que debes hacer, lo que sabes que está bien, aunque sea incómodo, difícil o doloroso" Gracias por escribir, cuando Dios me mostró Ester 4, no entendia,pero ahora compréndo que ayudar a otros a veces será incomodo, más cuando se trata de personas en grupos en la calle con condición de indigentes que viven en tú misma calle y que por días, no quería ver y aparte la mirada cuidando de mi propia seguridad, Dios siempre te muestra el "como ayudar", aún cuándo perdiste tu empleo, tu casa y tus amigos, es apartar la mirada de ti, y observar cuidadosamente a tu alrededor.DTB
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