Ester capítulo 6





Ester capítulo 6


Este capítulo 6 va a comenzar a poner las cosas en orden. Por fin vamos a ver cómo todo aquello que Dios ha ido guiando a través de todos los capítulos anteriores toma forma y se va concretando en el fin último del libro: establecer la manera en la que Dios cuida de Su pueblo y obra a Su favor.

Y todo comienza con un ataque de insomnio.

El rey Asuero no podía dormir y pidió que le “trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que las leyeran en su presencia” (Ester 6:1).

¿Recuerdas todas las veces en las que hemos hablado sobre la providencia divina?

Asuero podía haber escogido cualquier forma de pasar la noche. Pero escoge leer un libro de memorias y crónicas.

El que le trajo el libro pudo haber escogido un tomo cualquiera, pero trajo uno en particular.

Ese tomo tenía cientos de historias y recuerdos, pero lo abrieron exactamente en el lugar en el que se relataba cómo Mardoqueo había salvado al rey.

Asuero podía haber pasado por algo la historia, pero mostró una preocupación inusual por un siervo cualquiera y quiso recompensarle.

Cualquiera podía haber estado en el patio y haber sido consultado por el rey sobre la recompensa que dispensar a Mardoqueo, pero fue precisamente Amán quien apareció por allí.


No fue coincidencia que Amán entrara al patio del rey en ese preciso momento; no fue coincidencia que Amán llegara en ese momento para pedir la ejecución de Mardoqueo; no fue coincidencia que el rey Asuero haya querido honrar a Mardoqueo en ese preciso momento.

Ester no tuvo suerte de ser reina; Mardoqueo no tuvo suerte de escuchar acerca de la conspiración; no fue suerte que Amán entrara a las cortes en ese momento y con esa petición. Todos estos eventos fueron orquestados por Dios y no por la suerte.

Esto es más difícil, por supuesto, cuando nos suceden cosas malas. Es fácil ver la dirección de Dios en todas las cosas cuando vemos que pasan cosas buenas. Pero, ¿y cuando son malas? Aun entonces, debemos confiar en el plan de Dios, cuando entendemos que todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28)

Entendemos que Pablo dice todas las cosas ayudan; cualquier evento individual, en aislamiento puede parecer que no tenga sentido, pero cuando vemos todas las cosas ayudando juntas, entonces podemos ver la sabiduría de Dios al final de Su plan.

Por fin en este capítulo vemos la demostración práctica de la providencia divina.

Cuando Amán entra en el patio del rey, Asuero le hace una pregunta directa “¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey?” (Ester 6:6). Y, por supuesto, Amán creyó que ese hombre al que el rey quería honrar era él mismo. ¿Quién si no? ¿Quién merecía más que Amán ser honrado por el rey?

Lo que Amán no sabía es que Dios había arreglado todas las cosas, no sólo para la protección de todos los judíos, sino también para que ambos, Mardoqueo y Amán, recibieran lo que merecían.

La arrogancia y orgullo de Amán fueron la causa de su humillación final. Amán en su infantil deseo de ser honrado y elogiado por todos, pidió cosas que realmente importan muy poco y que solo sirven para envanecer a alguien.

Amán era un hombre que buscaba el aplauso, la pompa, el reconocimiento de los demás a sus más que discutibles méritos. Era un hombre que jamás estaría satisfecho hasta que todo el mundo viera que era el favorito del rey, el segundo del vasto impero persa y, muy probablemente en su mente, el sustito del rey.

Pero Dios, al final, pone a todo y a todos en su sitio.

Amán, el hombre que no buscaba más que alabanza y dignidad para sí mismo, fue humillado de una manera pública, total y absoluta.

Ester 6:10

Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no omitas nada de todo lo que has dicho.”

Y así lo hizo Amán, punto por punto. ¿Cómo iba a decir que no al rey de Persia? “Amán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo condujo a caballo por la plaza de la ciudad, e hizo pregonar delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.” (Ester 6:11).

Amán había ido a ver al rey para pedir la ejecución inmediata de Mardoqueo y, al final, tuvo que honrarlo y hacer que todos los demás hicieran lo mismo.

Imagino la pataleta de Amán al llegar a su casa después de pasear a Mardoqueo por todo Susa, en el caballo real, con el vestido real y con el cetro real. De hecho llegó con la “cabeza cubierta”, es decir, como si estuviera guardando luto. Así de duro había sido el golpe recibido.

La esposa de Amán y sus amigos, esta vez sí vieron lo que estaba pasando: sabían que Dios cuida de Su pueblo.

Ester 6:13

Entonces le dijeron sus sabios, y Zeres su mujer: Si de la descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante de quien has comenzado a caer, no lo vencerás, sino que caerás por cierto delante de él.”

Le estaban diciendo a Amán. “No hay forma, por mucho que te empeñes, de que puedas vencer a Mardoqueo porque su Dios lo protege”.

Isaías 54:17

Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.”

Confía en esa promesa hoy y descansa en el poder de Dios.

Contenta en Su servicio,

Edurne



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