A la batalla





Mi corazón se rompía esta semana al recibir la noticia de la muerte de un muchacho de nuestra iglesia.

Este muchacho de apenas veinte años había tomado malas decisiones en los últimos años y se había juntado con malas compañías. Como resultado de esto, terminó preso en el retén de Puerto Ayacucho.

La versión oficial de lo que pasó el miércoles dice que hubo un motín y fuerzas especiales entraron al retén a contenerlo. La verdad es que los mismos que armaron a los presos, les quitaron los custodios y los usaron durante años para cometer delitos “bajo el radar”, decidieron aniquilarlos cuando se les escaparon de las manos. Casi 90 presos para los que no habrá justicia en una Venezuela en la que esa palabra ha dejado de existir, fueron masacrados.

Este muchacho fue uno de ellos.

Pero yo lo recuerdo de otra forma. No he parado de pensar en estos días, mientras acompañábamos a su familia en el dolor, en una de las primeras veces en las que lo vi. Cuando yo llegué a Venezuela él era apenas un niño de ocho años y lo recuerdo cantando en el escenario con sus hermanos y su padre. Era uno de los nuestros, uno de tantos muchachos que se quedaron por el camino en nuestra iglesia.

Tampoco puedo dejar de pensar en mis hijos, que ahora tienen 10, 8 y 6 años y que suelen estar en el escenario cantando igual que hacía este chico.

Se están criando en medio de una sociedad en la que los valores se han perdido, en la que el respeto se ha perdido, en la que todo atajo sirve. Cada día vivimos en un mundo más atroz, en un mundo más cruel, en un mundo más egoísta.

Por eso hoy llamo a todas las madres a la batalla.

Esta guerra en la que estamos envueltas solo podemos ganarla de rodillas.

Ya es hora de que las madres demos la pelea en oración por nuestros hijos. Son sus vidas, su futuro, su alma los que están en juego. No pensemos que tenemos tiempo, o que hay cosas más importantes que hacer. No. Sin darnos cuenta, nuestros hijos van creciendo, van conociendo personas que los van influenciando negativamente y que los van alejando más y más de Dios.

Este es el momento, tengan tus hijos la edad que tengan, de ponerte a orar por ellos con fervor, con pasión, con denuedo, sin descanso y sin desmayo.

Orar por salvación.
Orar porque vuelvan a los caminos del Señor.
Orar para que vivan conforme a la Palabra.
Orar para que tengan vidas útiles y productivas en medio de la sociedad en la que viven.
Orar para que sean una luz en medio de su generación.

Madres, estamos en una guerra dura y cruel que va a durar toda la vida. No desmayemos. Oremos las unas por las otras, las unas por los hijos de las otras.

La mayoría de los que murieron en la prisión el miércoles eran apenas muchachos que estaban comenzando su vida. Qué desperdicio, qué vidas tiradas por la borda. Oremos por la juventud de nuestros países. Por esa juventud que se está perdiendo, por esos muchachos que se están alejando no ya de nuestras iglesias, sino de nuestro Dios. Nuestros jóvenes son nuestro futuro, así que, pensemos ¿Qué futuro queremos tener?

No dejes de clamar hoy. Debemos salir a la batalla.

Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.”

Nehemías 4:14

Contenta en Su servicio,

Edurne

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Si no sabes cómo comenzar a orar por tus hijos, aquí te dejo algunos recursos que he ido compartiendo en el blog en estos años –




Comentarios

  1. Oramos por el muchacho y su familia.

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  2. "¿Que futuro queremos tener?" es una pregunta muy profunda que nos haces Edurne, ¿Ves futuro a nuestro mundo? ¿Qué deberíamos hacer los creyentes? ¿y la soledad con que hoy vivimos? ¿qué proponemos los creyentes?

    Gracias Edurne por ayudarnos a pensar... Acheuri

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    1. Orar, orar y orar. Predicar, predicar y predicar. Creo que los creyentes estamos muy cómodos en nuestras iglesias y que debemos salir a predicar el Evangelio. El mundo sería muy distinto si nuestras familias, vecinos, escuelas, políticos, abogados, profesionales... tuvieran a Cristo en su corazón. Nosotros nos preocupamos más por nosotros mismos: nuestra escuela dominical, nuestras reuniones de mujeres, niños, jóvenes, nuestros estudios bíblicos, y de vez en cuando evangelizamos. No sé, es mi punto de vista =) Bendiciones!!

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  3. hermana saludos,soy de venezuela y segun los muertos fueron 38 nada mas y que lastima y siento dolor por esa alma de ese joven q se perdió, me gustan sus escritos q el señor la bendiga

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    1. Hola Ninfa! Esa fue la versión oficial, pero no la verdad. Los huecos que abrieron en el cementerio se perdían de la vista =( Un abrazo y bendiciones!!

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