Trabajo en equipo




de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor
Efesios 4:16

            Una de las mejores cosas de estar al frente de un ministerio es poder trabajar, servir y crecer junto  a otras personas, en un grupo que usa sus dones para hacer, juntos, algo espectacular… el cuerpo trabajando unido.
            Ya sea que estés liderando un ministerio en la iglesia (con mujeres, niños, escuela dominical…) o en casa, o incluso en tu vecindario o trabajo, debes aprender a trabajar en equipo para la Gloria de Dios.
            Hay dos palabras clave que debemos usar en el ministerio:


 
            Puede ser que digas “no es gran cosa, nada que ya sepa”, pero tomémonos un minuto para profundizar un poco más en estos dos términos:

       Colaborar: trabajar con alguien, especialmente en lo que se refiere a un esfuerzo intelectual

            El trabajo que se hace en un ministerio requiere bastante colaboración, ¿no crees? Nunca hay suficiente dinero en el presupuesto, ni manos para hacer todas las cosas, ni horas al día, ni horas a la semana. Por lo tanto, necesitamos aprender a colaborar con otros para que nuestros ministerios sigan adelante.
            Necesitamos un equipo para poder pensar y llevar a cabo cada proyecto, cada detalle, cada requerimiento de nuestra tarea. Una sola persona no puede llevar adelante un ministerio, debe rodearse de otras personas que tengan dones y talentos en las áreas en las que ella es más débil para poder construir el mejor equipo que se pueda tener. Así, el grupo se puede sentar, plantear ideas, soñar, orar y planificar en la dirección en la que Dios está guiando al grupo y por ende, al ministerio.
            Además de colaborar con el equipo, el líder debe delegar.

Delegar – Confiarle algo a alguien
            Todos conocemos líderes que luchan con esto. ¡Todas hemos luchado con eso en algún momento! A veces, la persona que está al frente piensa que es la que debe hacer todo. Nada más alejado de la realidad. Cuando retienes el control de todo en tus manos, no permites que Dios bendiga a aquellos en tu equipo a los que ha llamado para realizar esas tareas y proyectos. Te llevas (por no decir, te robas) su gozo y su bendición, no solo para esas personas, sino también para el ministerio en su totalidad.
            No sé tú, pero yo, definitivamente no quiero estar en medio de Dios y de Su obra en otras personas, así que debo esforzarme por salirme de la ecuación. A veces es difícil, pero la práctica, sin duda, lo hace más fácil.
            Si te tomas un minuto para concentrarte en lo que hace falta para trabajar en equipo, ¡quién sabe lo que Dios hará en tu ministerio! Todas estamos llamadas al ministerio y cuando el equipo, bien concertado y unido entre sí se ayuda mutuamente, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
            Pidámosle a Dios que nos ayude a aprender a trabajar en un equipo colaborando y delegando para que podamos ver al cuerpo crecer y edificarse en amor. Que podamos someternos con humildad los unos a los otros para Su Gloria.

            ¿Te cuesta colaborar o tu problema es delegar tareas? ¿Algún consejo que puedas darnos para trabajar mejor en equipo? ¡Deja tu comentario!






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