9. El hogar
Tito 2:5 “Que enseñen a las
mujeres jóvenes...a ser cuidadosas de su casa”.
“Si tu hogar es un ministerio,
¿ese ministerio no debería convertirse en una pasión? Cuando se trata de la
gente y del lugar que amamos, ¿no deberían involucrarse nuestros sentimientos y
emociones? ¿No debiéramos hacer nuestro trabajo de manera apasionada? ¿Nuestras
tareas no debieran ser tareas de amor?”
“Cuando nos levantamos cada
mañana con una renovada oración por nuestro hogar en nuestro corazón y una
ardiente pasión por construirlo en nuestra alma, cuando reconocemos la
prioridad y nos empeñamos en mejorar las vidas de las personas que viven en
nuestro hogar al mejorar el lugar y luego llevamos a cabo las muchas tareas que
requiere esa clase de amor, con el tiempo dominaremos las habilidades del
cuidado de la casa.”
Proverbios 14:1
“La mujer sabia edifica su
casa; mas la necia con sus manos la derriba”.
Este año decidí no trabajar en la
directiva de la Sociedad de Damas de mi iglesia. El Señor ya llevaba tiempo
hablándome sobre la cantidad de cosas que hacía fuera de casa y a las que
arrastraba a mis hijos día sí, día también: era maestra de escuela dominical,
líder de mujeres, participaba en talleres, discipulaba, no me pedía un
evangelismo, ni un culto de oración, ni ninguna reunión “extra” y acompañaba a
mi esposo en cada aspecto de nuestro ministerio con indígenas. Por supuesto,
ese ritmo no sólo me tenía agotada, sino que me dejaba sin nada para dar a mi
esposo o a mis hijos ¡ni qué decir a mi casa!
Reconozco que nunca fui amante del
hogar ni de su cuidado. Al fin y al cabo, era profesional, una mujer “liberada”
y moderna del siglo XXI, ¿para que iba a aprender a ocuparme de la casa? (¡Por
favor, ten en cuenta que no conocía al Señor en esa época!)
Como no creo en las casualidades, vi
con claridad el llamado de Dios a dar prioridad a mi hogar cuando, por dos años
consecutivos (¡y sorteo!) me tocó enseñar sobre el cuidado del hogar... Cuando
el Señor habla, ¡habla!
Así que no me sorprendí cuando
repartimos con Jéssica los temas que íbamos a tratar cada una de este libro
maravilloso de Elizabeth George que estamos analizando todos los miércoles y,
por supuesto, me tocó hablar sobre el hogar... todavía me queda mucho por
aprender.
El término griego para “cuidadosas
del hogar” es /oikourgous/ y está formada por /oikós/ que significa “casa”,
“morada” y /ergon/ “trabajo”, “tarea”. No es muy complicado concluir que el
significado de esta palabra es “trabajar en el hogar”. Describe a un ama de
casa activa cuyas labores son inconmensurables y cuyos esfuerzos bendecirán las
vidas de sus hijos y de si esposo de incontables maneras.
Este pasaje de Tito va de la mano
con 1 Timoteo 5:13-14:
“Y también aprenden a ser
ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también
chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran. Quiero, pues, que las
viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al
adversario ninguna ocasión de maledicencia.”
Viendo los dos pasajes en conjunto,
podemos darnos cuenta de que ser cuidadosas de la casa, gobernar nuestro hogar,
es algo esencial para nosotras como mujeres porque nos mantiene ocupadas,
alejándonos del ocio y sus dos mejores amigos: el chisme y los pensamientos
negativos sobre nosotras mismas y sobre otros. Estar ocupadas en el cuidado de
nuestro esposo, hijos Y hogar, nos da una gran oportunidad de no dar al enemigo
ocasión de hacernos caer y lo desarmamos al no encontrar hueco por el que
atacarnos.
Elizabeth George describe de forma
magistral lo que es este llamado a estar en el hogar:
El cuidado de la casa es...
1. Una prioridad – tu primer
ministerio, el lugar en el que debes ESTAR, por el que debes ORAR
continuamente. En el hogar, tú eres el centro alrededor del que todos giran. La
atmósfera de tu casa, el estado de ánimo de los tuyos depende, en gran medida,
de ti.
2. Un privilegio – una tarea dada
por Dios especialmente para ti ¿Alguna vez te has parado a pensar en cuántas
mujeres sueñan con un hogar, con un esposo, con hijos... y no lo pueden tener?
3. Personas – es un lugar en el que
vive gente, es un refugio, un hospital, una escuela, un lugar lleno de amor, de
risas, de sueños.... y sí, a veces lleno de caos, gritos y desorden ¡Pero así
somos las personas! Haz que tu hogar sea el mejor lugar en el que tu esposo y
tus hijos puedan estar. Más aún, ¡que sea el lugar al que ansían llegar y del
que no quieren salir! Es también el lugar que puedes abrir para que otros te
visiten, para hospedar a otros... una casa es un edificio, el hogar lo hacen
las personas.
4. Una Profesión – no remunerada
económicamente, ¡pero profesión al fin! Y como tal, debemos especializarnos,
investigar, aprender, probar técnicas, productos... leer sobre el cuidado del
hogar, sobre organización... Y después de aprender y practicar, es un arte que
debemos enseñar a nuestras hijas.
5. Un motivo de oración - ¿No te
gusta estar en tu hogar? ¿No disfrutas de cuidar tu casa? ¡Ora por ello! Ora
con todo tu corazón para que el Señor te ayude a ser una buena administradora
de tu hogar.
“El hogar eres tú, tu hogar es
lo que tú eres y se convierte en lo que haces o en lo que no haces; es el
regalo que decides darle (o no) a tu familia. Tu hogar y la manera en la que te
ocupas de él le dice a todos los que observan, comenzando por tus seres
queridos que allí viven, dónde está tu corazón y qué es lo que valoras. Si amas
o no a tu familia. Disponte a construir, embellecer, organizar, crear,
expresarte a ti misma. Disponte a leer, a estudiar y a dominar los
conocimientos sobre nutrición, finanzas, horticultura, diseño, vestuario... Y
también disponte a formar a tus hijos, a inclinar sus preciosas vidas hacia
Dios. Para hacer todo esto debes dedicarte, organizarte y ser una mujer con
propósito. Responde al llamado supremo de Dios a cuidar de tu hogar.”
Basado en El llamado supremo de
la mujer, de Elizabeth George
Capítulos 17 y 18
“El llamado supremo de la mujer con respecto a su hogar”
Edurne
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