Adaptarse al cambio






            El sábado tuvimos la oportunidad de participar en una reunión de misioneros. Hacía bastante que no se celebraba una y, como siempre, salimos edificados, animados y entusiasmados de seguir trabajando para el Señor.

            Allí, entre amigos, entre siervos, compartiendo vivencias, historias, recuerdos, me di cuenta de algo: las cosas cambian.

            Varios de los misioneros que estaban allí reunidos trabajaron con la etnia Yanomami durante muchos años en la selva profunda del Amazonas venezolano. Entre ellas, Margarita Jank, una mujer que es ejemplo para mi vida y referente obligado para cualquier misionero (En cualquier momento le pediré que escriba una parte de su historia para que puedan conocerla). Margarita llegó a Puerto Ayacucho en 1967, junto a su esposo y dos hijos pequeños y pasó 46 años en la selva. Incluso tras la muerte de su esposo, ella siguió dentro de la selva, con los Yanomami. En 2007 muchos misioneros, especialmente los americanos, fueron expulsados de la selva de Venezuela y la posibilidad de seguir haciendo ministerio como lo había hecho durante tantos años, se esfumó.

            No solamente la historia de Margarita me hace reflexionar sobre el cambio. Había otros hermanos allí también que estaban en la misma condición, sin poder trabajar en el ministerio para el que se habían estado preparando, por el que habían estado orando, al que habían sido llamados. Algunos venezolanos, otros extranjeros, ninguno podía seguir haciendo el trabajo que venían haciendo con los Yanomami en la selva.

            Pero ninguno de ellos está en su casa con los brazos cruzados. Todos siguen trabajando para el Señor, involucrados en la obra misionera.

            Se adaptaron al cambio.

            A veces cometemos el error de pensar que el ministerio en el que estamos nos pertenece. Pero la obra no es nuestra, la obra es de Dios. Nosotros somos solamente piezas que el  Señor pone... y el Señor quita.

            Quizás tenías un ministerio exitoso y, de la noche a la mañana, todo se cayó como si fuera un castillo de naipes. De repente te viste apartada de ese ministerio y, muchas veces, sin entender muy bien lo que pasó. Lloras, pataleas, te frustras, cuestionas a Dios... y sigues sin entender. Oras, le pides a Dios que te revele Su voluntad, que te muestre por qué, que te abra las puertas para regresar, buscas respuestas en Su Palabra... y sigues sin entender.

            No tienes que entender.

            Tienes que aceptar y adaptarte al cambio.

            Cuando algo así nos sucede (y, créeme, sucede más a menudo de lo que te imaginas), tenemos dos opciones: echarnos a morir y abandonar toda esperanza de seguir sirviendo a Dios o dejar de buscar razones y hacer los cambios y ajustes necesarios para seguir en la obra.

            Estos hermanos de los que te hablaba antes siguen trabajando con Yanomami, pero de otra forma, Ya no están metidos en las comunidades indígenas, sino que sirven a los Yanomami que llegan a Puerto Ayacucho, a veces por tratamiento médico, a veces a estudiar, a hacer trámites... Tienen incluso un pequeño grupo que está residiendo aquí y con los que hacen devocionales y estudios bíblicos. Margarita publicó un par de años atrás la traducción del Nuevo Testamento en idioma Yanomami en colaboración con uno de sus hijos. Siguen ocupados en la obra, siguen trabajando de acuerdo a su llamado.

            Ahora bien, ¿cómo enfrentarnos al cambio, sea en el ámbito ministerial o en el personal y seguimos avanzando en lugar de quedarnos estancadas?


        1. Confía en que Dios tiene un plan

Jeremías 29:11

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”

            ¿Ha servido de algo que los misioneros salieran de la selva? ¿Están mejor los Yanomami ahora? ¿Ha utilizado Dios ese hecho para que el Evangelio avance?

            Aparentemente, no. Según nuestra limitada percepción humana de las cosas, no.

            Es precisamente en esos momentos en los que no entendemos las razones por las que Dios hace las cosas, cuando debemos dejar que la fe entre en acción.

            Confía. Dios tiene un plan. Dios sabe.

            Que no te muestre las respuestas a tus preguntas no quiere decir que no las tenga.


        2. Ora por guía y dirección

Éxodo 33:13-15

Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.”

            ¿Cuál es el siguiente paso que debes dar? ¿Hacia dónde te está dirigiendo Dios? ¿Necesitas tomarte un tiempo de descanso? ¿Te está guiando a otro ministerio? No des ningún paso hasta que escuches la voz de Dios con claridad. También los descansos son parte de Su plan.


            3. Busca consejo
Proverbios 27:9

“El ungüento y el perfume alegran el corazón, Y el cordial consejo del amigo, al hombre.”

            No eres la única que está pasando, ha pasado y pasará por esta situación. ¿Te sientes perdida? ¿No escuchas la voz de Dios con claridad? Habla con otros cristianos fieles que puedan aconsejarte y ayudarte en el proceso.


        4. Avanza.

Hebreos 6:1-2

“Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.”

            La exhortación que se les hace a estas personas es que marchen hacia la madurez espiritual y que cesen de perder tiempo y oportunidades. Sigue adelante, crece, madura. ¿Quieres servir a Dios? ¡Hazlo! Mira a tu alrededor y encontrarás miles de cosas que hacer pare servirle a El. Aprovecha las oportunidades que van surgiendo en tu camino.


            Tener que cambiar no significa que se va a acabar el mundo. “Perder” un ministerio no implica que debas quedarte de brazos cruzados.

            Confía, ora, busca apoyo y crece.

            Aún hay mucho por hacer.

Edurne


Comentarios

  1. Muy sabias tus palabras. Agradecida con Dios que personas como usted pueden compartir el amor de Dios de esta manera y sobre todo seguir ante las adversidades que consiga en Venezuela y aun así seguir confiando en Dios. A Dios sea la gloria.

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    1. Gracias por tus palabras! de verdad, gracias =) Saludos y bendiciones

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