Volver a lo básico – Oración
Este año tengo una meta muy personal y
es vivir este versículo:
“yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Juan
10:10b
Estoy cansada de sobrevivir en mi vida
espiritual, de ir de puntitas intentando sacar la nariz respirar bajo el agua
de problemas, rutina, pruebas, desánimo que me rodea y me hunde cada día más. Quiero vivir la vida abundante... ha llegado el momento de volver a lo básico.
Tal vez no nos haga falta seguir
aprendiendo.
Tal vez lo que necesitamos es aplicar
lo que ya sabemos, vivirlo antes de seguir aprendiendo cosas nuevas.
Tal vez aplicar lo que ya se sabe sea
el secreto hacia la madurez espiritual.
A veces hacemos estudios y más estudios,
escudriñamos versículos difíciles, abrimos un montón de diccionarios bíblicos,
comentarios, concordancias, intentamos comprender qué dice el original, hacemos
cursos de capacitación bíblica… y lo único que conseguimos es conocimiento.
¿Qué pasa con el conocimiento?
Envanece (1 Corintios 8:1)… Llena la mente, pero hace que el corazón esté vacío.
Y es que, la persona sabia no es
aquella que tiene más conocimiento, sino la que se dedica a aplicar lo que ya
sabe.
Y sabemos que tenemos que uno de los
requisitos básicos para tener una comunión vibrante y plena con Dios es orar,
pero no lo hacemos, o nos quedamos con las oraciones “exprés” o con las oraciones
antes de las comidas… ¿es eso suficiente?
La oración se ha convertido en el
elefante en la habitación de muchos creyentes. Sabemos que tenemos que hacerlo
pero lo evitamos por todos los medios.
La oración no es un juego de ruleta,
leer una lista o pedir que se cumplan tus deseos.
Orar
es tener comunión con Dios.
Orar
es derramar tu corazón ante el Creador.
Orar
es escuchar la voz del Padre.
Orar
es atender a la instrucción y la guía de Dios.
Orar
es soltar el peso sobre nuestros hombros y dejarlo en los hombros de Aquel que
lo puede llevar.
No es nada más que una conversación,
un tiempo para hablar y escuchar. Ni siquiera tienes que decir una oración
inteligible, ni siquiera tiene que ser en voz alta, ni siquiera tiene que tener
sentido… Sólo tiene que salir de tu corazón.
Romanos 8:26-27
“Y de igual manera el Espíritu
nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué
hemos de pedir como conviene, no lo
sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los
corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios
intercede por los santos.”
En estos días veía el método de
oración de Matthew Henry –
1. Adoración –
reconocimiento de quién es Dios, de Sus atributos, de Su presencia
2. Confesión – pedir perdón
por nuestros pecados, nuestra faltas, por todo aquello que rompe nuestra
comunión con el Padre.
3. Petición – por nuestras
necesidades y deseos, sometiéndolos a la voluntad de Dios
4. Gratitud – reconocimiento
de lo que Dios hace en nuestras vidas, de las bendiciones que recibimos de El.
5. Intercesión – petición por
otros: familia, amigos, iglesia, misiones…
No importa cómo, dónde ni cuándo ores.
No importa que lo hagas de pie, sentada, arrodillada o acostada, no importa que
no sepas decir oraciones grandilocuentes…
…lo que importa es que ores, eso sí
hace la diferencia.
Te animo a regresar a lo básico, a
practicar todo aquello que ya sabemos. Comencemos hoy con la oración.
Contenta
en Su servicio,
Edurne
Excelente!!!!!! Dios ha estado tratando conmigo en esta área, gracias Edurne por seguir siendo sensible a la voz de Dios....yo también quiero vivir en abundancia,no a medias ni a la carrera, gracias....la oracion es fundamental :-)
ResponderEliminar´Tienes razón Edurne. Gracias. Dios bendiga tu viaje!
ResponderEliminarAsi es! Bendiciones!
ResponderEliminarGracias chicas por sus comentarios. Un abrazo y bendiciones para todas!!! =)
ResponderEliminar