Invencible, una historia sobre el perdón







          Soy una enamorada de la historia (oh, vamos, a estas alturas sabes de sobra que soy un poco “nerd”!!) y me apasiona en forma especial el período de la Segunda Guerra Mundial. Este fin de semana estaba leyendo la historia de Louis Zamperini y me gustaría compartirla contigo.



          Louis Zamperini nació en Olean, Nueva York, el 17 de enero de 1917. Siendo apenas un bebé, su familia se trasladó a Torrance, California. Ni él ni su familia (sus padres eran italianos) hablaban inglés, por lo que tuvo una infancia dura en el colegio. Para evitar problemas en la escuela, Zamperini se metió en el equipo de atletismo, deporte que continuó practicando en el instituto. Con 19 años, consiguió clasificarse para los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. En 1941 se enroló en el Ejército y fue enviado al escenario del Pacífico, donde serviría como teniente en un bombardero de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.  Su avión fu derribado y pasó 47 días en el mar junto a otro de los tripulantes del avión hasta que fueron detenidos por un buque japonés, enviándolos a un campo de prisioneros.

          Zamperini cayó en las manos de Matsuhiro Watanabe, un guardia que tenía fama de sádico y que estaba en la lista de los criminales de guerra más buscados por Estados Unidos. Watanabe sometió a Zamperini a fuertes torturas. Finalmente, regresó a los Estados Unidos como un héroe en 1946. Contrajo matrimonio, pero sufría de un fuerte estrés post traumático y tenía problemas con el alcohol.

  

        En 1949, Louis Zamperini conoció a Jesucristo en una campaña evangelística de Billy Graham. Desde ese momento, entregó su vida al Señor y dejó que fuera Él quien sanara sus heridas. Zamperini colaboró estrechamente con Billy Graham e incluso regresó a Japón como misionero. Estando allí en 1950 pudo conocer a algunos de sus guardias durante su cautiverio. Cuando los vio, reaccionó abrazándolos como signo de perdón, y algunos de ellos llegaron a los pies de Cristo gracias a su testimonio. En 1998, Zamperini fue relevista de la antorcha olímpica con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno en Nagano, Japón. Zamperini murió este mismo año, en julio, a los 97 años de edad. Dedicó gran parte de su vida a proclamar el perdón, a dar charlas, seminarios, a predicar el Evangelio, a contar a todo aquel que quería escucharle que es posible perdonar a través de Cristo.

          Su historia fue escrita por una de mis autoras favoritas, Laura Hillenbrand, que publicó en 2011 su libro sobre Zamperini, Unbroken, traducido al español como Invencible. Este diciembre incluso van a estrenar una película basada en el libro y dirigida por Angelina Jolie.

          He querido traerte esta historia hoy porque creo que uno de los más grandes frenos que tenemos como creyentes es la falta de perdón.

          Y prácticamente todas nosotras luchamos o hemos luchado en algún momento de nuestras vidas con la falta de perdón ante agravios graves o leves que hemos sufrido por parte de otras personas.

          En el fondo, no nos damos cuenta de que la falta de perdón nos afecta a nosotras mismas más que a aquellos a los que no perdonamos. Hay estudios que dicen que la falta de perdón incluso nos afecta de forma física, haciéndonos más propensas a sufrir enfermedades. Y, sobre todo, bloqueando nuestra vida espiritual. Cuando Dios te perdonó, perdonó todos y cada uno de tus pecados, todas y cada una de tus ofensas. No se guardó ninguna, no te guardó rencor por nada de lo que tú hicieras, no dijo te perdono esta, pero esta otra me la guardo. Si el Dios del Universo no lo hizo así con nosotras, ¿Quiénes somos nosotras para no perdonar a otra persona de carne y hueso igual a nosotras? ¿Nos creemos más que Dios? ¿Nos creemos con más derechos que Dios? ¿O simplemente no nos damos cuenta de que buena parte de “negarnos a nosotras mismas, tomar nuestra cruz cada día y seguir a Jesús” (Lucas 9:23) pasa por perdonar a aquellos que nos han hecho daño, a los que nos han ofendido, a los que nos han humillado y maltratado?


Colosenses 3:12-13

Vestíos,  pues,  como escogidos de Dios,  santos y amados,  de entrañable misericordia,  de benignidad,  de humildad,  de mansedumbre,  de paciencia; soportándoos unos a otros,  y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.  De la manera que Cristo os perdonó,  así también hacedlo vosotros.


          La historia de Louis Zamperini me inspira a examinar mi corazón y ver si hay falta de perdón contra alguien…Pero más me inspira ver a Jesucristo en esa cruz, pagando por mis pecados, llevando el peso de mi iniquidad sobre sus hombros. Espero que también tú puedas examinar tu corazón y perdonar a aquellos que te hayan hecho daño de la misma forma que Cristo te perdonó a ti. 


          Contenta en Su servicio,


          Edurne



Comentarios

  1. Simplemente linda la enseñanza,y sobre todo verdadera,es x lo q estoy pasando,lucho cada día para perdonar!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares