Dorcas - Serie Mujeres del Nuevo Testamento





Hechos 9:36-42

Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir,  Dorcas.  Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió.  Después de lavada, la pusieron en una sala.  Y como Lida estaba cerca de Jope,  los discípulos,  oyendo que Pedro estaba allí,  le enviaron dos hombres,  a rogarle: No tardes en venir a nosotros. Levantándose entonces Pedro,  fue con ellos;  y cuando llegó,  le llevaron a la sala,  donde le rodearon todas las viudas,  llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. Entonces,  sacando a todos,  Pedro se puso de rodillas y oró;  y volviéndose al cuerpo,  dijo: Tabita,  levántate.  Y ella abrió los ojos,  y al ver a Pedro,  se incorporó. Y él,  dándole la mano,  la levantó;  entonces,  llamando a los santos y a las viudas,  la presentó viva. Esto fue notorio en toda Jope,  y muchos creyeron en el Señor.

Dorcas o Tabita era un miembro muy amado dentro de la comunidad de creyentes en Jope, una ciudad portuaria próspera a unos 64km de Jerusalén.  

Una pequeña palabra antes del nombre de Dorcas marca toda la diferencia y contextualiza la vida de esta mujer. La primera descripción que se hace de ella es que era una discípula.

Pero no era el asistir a una iglesia o ser parte de un cuerpo de creyentes lo que la convertía en una discípula de Cristo, sino la descripción que se da de ella:

Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.

El decir que alguien o algo “abundaba” indicaba poseer una cualidad en el mayor grado posible (Lucas 5:12, Hechos 6:5).

Dorcas era más que una mujer que hacía caridad o que era benefactora de las viudas de la región. Dorcas sabía lo que es tener un corazón regenerado y esta era la fuente de su vida desprendida y de su abundancia de buenas obras. Primero le dio a Dios su corazón y después, le dio su talento. Dorcas no comenzó a pensar en qué podía hacer para servir a Dios, sino que ella le servía con lo que sabía hacer, que era coser.

A veces buscamos y buscamos qué hacer para servir a Dios y queremos que sea algo “grande”, algo “importante”, “fuera de serie”. Pero, si vemos a esta mujer, ella puso su talento, lo que ella sabía hacer mejor, al servicio de Dios. Y fue Dios el que se ocupó de hacer algo “grande”, “importante” y “fuera de serie” con la vida y el servicio de Dorcas.

El pasaje de Hechos nos cuenta el momento en el que esta mujer muere, justo cuando Pedro estaba en la cercana ciudad de Lida. Dos hombres fueron a buscar a Pedro, en principio para consolar a la congregación, pero seguro que hasta ellos habían llegado las noticias de la sanación de Eneas (Hechos 9:32-34), así que tal vez albergaban la esperanza de que Pedro hiciera algo más.

Una vez que Pedro llegó a la casa de Dorcas, todas las viudas fueron a rodearlo y a mostrarle las túnicas y los vestidos que ella les había hecho. Y, ¿sabes qué? Esto es una conjetura personal, pero tal y como se describe a esta mujer, estoy segura de que la casa estaba llena de personas agradecidas con el servicio de esta mujer.
Dorcas.

Y Pedro hizo entonces algo que nadie esperaba: el milagro de volver a Dorcas a la vida.  

¿Te imaginas el regocijo de los creyentes de Jope al ver de nuevo el rostro familiar de su querida Dorcas? ¡Ah qué celebración! ¡Cuánto agradecimiento en esos corazones!

¿Qué podemos aprender de Dorcas? Para mí la lección principal de esta mujer es la del servicio. Muchas personas están llenas de buenas palabras...pero totalmente vacías de buenas obras. Otras tienen muchas obras...pero carecen de la motivación correcta para hacerlas, la de mostrar con su vida que son verdaderas discípulas de Cristo.

¿Está tu vida reflejando que eres una discípula de Cristo? ¿Abunda tu vida en buenas obras? ¿Estás poniendo tus talentos y dones al servicio de los creyentes o pasas la vida esperando a que se te ocurra esa idea perfecta para comenzar a servir a Dios? No esperes más. Actúa. Comienza a mostrar con tu vida que eres una verdadera discípula y comienza poner lo que sabes al servicio de Cristo.

Contenta en Su servicio,

Edurne


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