Ideas para que nuestros adolescentes echen raíces dentro de la familia
Todas
sabemos, o porque lo estamos viviendo de primera mano o por referencias, lo difíciles
que pueden ser los años de la adolescencia para nuestros hijos que están
pasando de niños a adultos. Sus cuerpos cambian de manera drástica, sus
relaciones se vuelven más complicadas, sus tareas escolares más intensas y
comienzan a pensar por sí mismos y a aprovechar cada oportunidad para dejarnos
saber claramente en qué están pensando.
Siempre
es difícil tratar con los muchachos en esta etapa puesto que, muchas veces de
manera intencional, se alejan de nosotros, rivalizan con los hermanos o se
rebelan contra la autoridad.
¿Cómo
lo hacemos entonces? ¿Cómo mantenemos a nuestros adolescentes involucrados en
la dinámica familiar de manera que sigan conectados a nosotros aunque estén
creciendo?
¿Cómo
podemos animarlos a ser independientes sin dejarlos solos en el proceso?
Recientemente
encontré online algunas estrategias para mantener a los adolescentes
enganchados en la familia y quisiera compartirlas contigo en caso de que estés
en esa etapa de la adolescencia o que conozcas a alguna familia que esté
tratando con adolescentes.
1.
Orar, orar y orar un poco más.
Ninguno
de nosotros somos padres perfectos. Todos vamos a cometer errores. Lo mejor que
podemos hacer por nuestros hijos es orar para que ellos puedan permanecer en el
camino correcto. También debemos orar por sabiduría a la hora de tratar con
ellos de manera individual y de acuerdo a sus necesidades. Oremos específicamente
por la guía del Espíritu Santo en las vidas de nuestros hijos y en las
nuestras, para que nuestros corazones puedan ser sensibles a escuchar la voz de
Dios.
Aunque
parezca que tus oraciones no están funcionando, ¡no te rindas! Dará sus frutos
a su debido tiempo.
2. Seguir dando besos y
abrazos a tus hijos.
Quizás
ellos piensen que son demasiado mayores para seguir dando besos y abrazos a sus
padres cuando se van a acostar a dormir o cuando llegan o salen de casa. Quizás
ya no busquen tus muestras de cariño, pero no dejes de dárselas. Todavía lo
necesitan.
3. Guardar los corazones
de tus hijos poniendo reglas y límites a los electrónicos, el acceso a internet
y los teléfonos.
Podemos
hacer esto de tres maneras prácticas: limitando la cantidad de tiempo que pasan
en los dispositivos electrónicos, poniendo la norma de que esos dispositivos
solo pueden usarse con permiso y únicamente en las áreas comunes de la casa (no
en las habitaciones) y, por último, limitando los datos del celular, los
minutos de llamada y los mensajes de texto.
Otras
cosas que quizás debamos considerar: todos los electrónicos quedan guardados a
la hora de acostarse; una edad mínima para tener cuentas en redes sociales;
electrónicos compartidos por varios miembros de la familia y, ante todo, un uso
responsable de las redes y los dispositivos nosotros como padres. Somos
nosotros los que tenemos que poner el ejemplo.
Cuanto
más tiempo pasan los chicos conectados a sus electrónicos, menos tiempo pasan
conectándose con el mundo real…que es lo verdaderamente importante.
4. Requerir la
participación en los tiempos familiares.
Hay
tiempos de familia que no son negociables, como los domingos en la iglesia, las
actividades de ministerio o los devocionales en casa. Y otros que tampoco
deberían serlo, pero con los que podemos ser más flexibles, como los juegos en
familia, las salidas, vacaciones, excursiones… hagamos que a nuestros hijos les
siga gustando pasar tiempo con nosotros.
5. Reconocer cada vez
más independencia a medida que los muchachos crecen.
Las clases, los trabajos en grupo, las actividades
extra escolares, el deporte, el club de jóvenes en la iglesia… a medida que van
creciendo y tomando nuevas responsabilidades, es imprescindible que vayan
siendo cada vez más independientes. Los padres debemos aprender a respetar
también su privacidad y su espacio personal, por difícil que nos resulte.
6. Escuchar
Muchos
de los problemas con nuestros hijos adolescentes se terminarían antes si
aprendiéramos a escucharlos y les diéramos el tiempo necesario para expresar
sus pensamientos, sentimientos y emociones. Debemos hacerles sentir amados y
apreciados por lo que son y darles oportunidades para que puedan abrirse con
nosotros. Y, muchas veces, eso significa dejar el trabajo, los quehaceres o el
ministerio a un lado para dejarles ver que ellos son importantes para nosotros.
7. Enfatizar la
importancia de las relaciones entre hermanos.
Cuando
hay hermanos más pequeños en casa, nuestros adolescentes pueden frustrarse un poco
con ellos. Ayudémosles a que sean conscientes de las libertades y privilegios
que tienen como hermanos mayores y a recordarles que las familias trabajan en
equipo, cumpliendo cada uno con su papel y su rol determinados. Debemos desafiarlos
también a que sean buenos ejemplos para sus hermanos más pequeños.
8. Dedicar tiempo
individual especial.
Seamos
intencionales en pasar tiempo a solas con nuestros hijos adolescentes, no solo
acompañándolos a actividades extra escolares o deportes, sino tiempo real con
ellos. Es ahí donde nacen las conversaciones, las confidencias, las preguntas,
y cuando se nos van a presentar excelentes oportunidades para guiarlos.
Proverbios 22:6
Instruye al niño en su
camino,
Y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él.
El tiempo pasa mucho más rápido de lo que creemos y,
antes de que nos demos cuenta, nuestros adolescentes serán adultos jóvenes. Hagamos
todo lo posible para que nuestros hijos tengan raíces fuertes y que, sea lo que
sea que enfrenten, sepan que tienen un lugar seguro en el que su familia les
apoyará y ayudará en todo momento.
Contenta en Su servicio,
Edurne
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