Invisible
Ha habido ocasiones en
mi vida en las que me he sentido invisible, en las que he sentido que lo que yo
pensaba, decía o hacía no importaba, en las que he sentido que no tenía una
voz, que mis aportes no tenían relevancia.
Fue, de hecho, durante
uno de esos períodos que llegué a los pies de Cristo.
Hay muchas personas,
muchas mujeres generalmente, que se sienten invisibles, menospreciadas, que no
sienten valoradas ni tomadas en cuenta. No se sienten valoradas en su trabajo
dentro del hogar, en su profesión, en su relación, en el ministerio, en la
iglesia…
Así debió sentirse
David.
1
Samuel 16:1-13
Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta
cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel?
Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus
hijos me he provisto de rey.
2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si
Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la
vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido.
3 Y llama a Isaí al sacrificio,
y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere.
4 Hizo, pues, Samuel como le
dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a
recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?
5 El respondió: Sí, vengo a
ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y
santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.
6 Y aconteció que cuando ellos
vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
7 Y Jehová respondió a Samuel:
No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho;
porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está
delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
8 Entonces llamó Isaí a
Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha
escogido Jehová.
9 Hizo luego pasar Isaí a Sama.
Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová.
10 E hizo pasar Isaí siete hijos
suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos.
11 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son
éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las
ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa
hasta que él venga aquí.
12 Envió, pues, por él, y le hizo
entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo:
Levántate y úngelo, porque éste es.
13 Y Samuel tomó el cuerno del
aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el
Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a
Ramá.
Imagínatelo pastoreando
las ovejas de la casa de su padre en el momento en el que alguien va a buscarlo
para decirle “tienes que ir a casa ahora. El profeta Samuel vino y reunió todos
los hijos de Isaí para elegir entre ellos al próximo rey de Israel. Pero Samuel
ya vio a todos tus hermanos y ha dicho que ninguno de ellos será el ungido de
Jehová. Así que solo quedas… tú”.
Imagina la cara de
David al ver a todos reunidos allí. Si debían estar todos los hijos de Isaí
presentes, ¿por qué a nadie se le había ocurrido llamar a David?
“¿En serio, papá? ¿No
me has podido avisar? ¿No has podido enviar a alguien antes de que Samuel rechazara
a todos los demás?”.
Invisible.
Si David hubiera estado
ahí desde el principio, posiblemente Samuel lo habría visto igualmente en
último lugar. Estaban en medio de la importante labor de buscar un sustituto
para Saúl, un rey para Israel, ¡el ungido de Dios! Y David era el menor, el más
débil, el que se encargaba de las ovejas, al ojo humano el menos apropiado para
la tarea.
Al ojo humano, pero no al ojo de Dios.
Al ojo humano, pero no al ojo de Dios.
También Agar se sintió
invisible.
Génesis
16:5-14
Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta
sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con
desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo.
6 Y respondió Abram a Sarai: He
aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como
Sarai la afligía, ella huyó de su presencia.
7 Y la halló el ángel de Jehová
junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el
camino de Shur.
8 Y le dijo: Agar, sierva de
Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de
Sarai mi señora.
9 Y le dijo el ángel de Jehová:
Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano.
10 Le dijo también el ángel de
Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de
la multitud.
11 Además le dijo el ángel de
Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
Ismael,[a] porque Jehová ha oído tu aflicción.
12 Y él será hombre fiero; su
mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus
hermanos habitará.
13 Entonces llamó el nombre de
Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto
también aquí al que me ve?
14 Por lo cual llamó al pozo:
Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered.
Agar
era una esclava, alguien insignificante según la sociedad de la época. Sara la
trataba mal porque estaba embarazada del hijo de Abraham que ella no había
podido tener todavía y Abraham no salió en su defensa. Así que decidió huir.
Y
allí en el desierto, en medio de su desesperación, de su soledad, en el lugar
en el que uno menos piensa que alguien pueda ser visto, Dios vio a Agar.
Ya
no era invisible.
Y me
encanta que sea Agar, una extranjera, una esclava, una mujer en el peldaño
social más bajo, alguien que estaba acostumbrada a ser invisible, a que su
existencia pasara desapercibida, a que no importara lo que pensaba, decía o
sentía, la que expresa verbalmente una verdad a la que debemos aferrarnos en
todo momento:
Tú
eres Dios que me ve. El Roi.
Dios
te ve.
Él
te ve cuando todos los demás te hacen sentir invisible. Él está ahí cuando
sientes que nadie te aprecia, que no le importas a nadie, que lo que haces es
en vano.
Él
te ve.
Y eso
es suficiente. Aunque seas invisible para todos los demás, tu vida nunca pasa
desapercibida para Dios.
Contenta
en Su servicio,
Edurne
Edurne; no imaginas cuan a tiempo llego esto, como todo lo que viene del Señor, en el momento en que mas lo necesitaba, una caricia a mi alma. Muchas gracias hermana querida, Dios te siga usando para su gloria y mi bendición.
ResponderEliminarQué bueno que haya sido así querida Bety. Te mando un abrazo muy grande :)
EliminarPRECIOSO..MUCHAS GRACIAS...
ResponderEliminarBendiciones Angeles!
EliminarSi, amiga Edurne somos varios los que nos sentimos así y saber que Dios no ve nos cambia la vida, un saludo y mi gratitud al Señor por tu vida.
ResponderEliminarAmén! Un saludo para ti también
EliminarGracias Edurne por siempre utilizar tus experiencias para ser de bendición a nosotras! Dios te siga dando fortaleza y usando ��
ResponderEliminarDios te continué bendiciendo. bello el mensaje suele suceder pero lo mas hermoso es que Dios es el mas importante ,y el si nos ve y nos ubica donde menos esperamos .Mujer esforzada y valiente sigue adelante por que Dios contigo esta D.T.B.
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