Filipenses 2
Dejamos
el capítulo 1 de Filipenses con el desafío a “comportarnos como es digno del
evangelio” (Filipenses 1:27). Pablo nos ha explicado cómo, a pesar de los
conflictos y de las situaciones difíciles en nuestra vida, podemos mantener el
gozo. En este capítulo 2, Pablo nos va a explicar de qué manera podemos
mantener el gozo a pesar de los conflictos dentro del cuerpo de Cristo.
Creo que
todas estamos más o menos preparadas para enfrentar los ataques de “fuera”, del
enemigo, del mundo, de las personas ajenas a la fe… pero no lo estamos para
enfrentar los ataques “desde dentro”, en la iglesia, en el ministerio, entre
creyentes dentro del cuerpo de Cristo. Hace poco escribía sobre esto en Dulce
Fragancia (Cuando crecer duele) y hoy en este capítulo 2 de Filipenses lo veremos con mucha más profundidad.
Filipenses 2:1
“Por
tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si
alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia”
Si hay…
Todos
estos “si hay” son elementos retóricos que Pablo introduce como recurso de
estilo para apoyar lo que está diciendo. El sentido real de este “si hay” es “puesto
que hay”. Leámoslo así entonces:
Por tanto, puesto que
hay consolación en Cristo, puesto que hay consuelo de amor, puesto que hay comunión
del Espíritu, puesto que hay afecto entrañable, puesto que hay misericordia…
…entonces comportémonos
como es digno del evangelio:
1
- “sintiendo lo mismo, teniendo el mismo
amor, unánimes, sintiendo una misma cosa” (2:2)
Pablo apela a los
filipenses a estar unidos, a amarse de la misma manera, a ser de un solo ánimo,
a sentir una misma cosa. Esta unidad profunda y real se consigue cuando los
creyentes siguen Filipenses 2:3-4 –
Nada hagáis por contienda o por
vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como
superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada
cual también por lo de los otros.
- “No haciendo nada por contienda o por vanagloria”
¿Cuántas veces ha
surgido el conflicto entre creyentes por contienda, por peleas, diferencias…, o
por vanagloria, por querer ser más que otros, por pretender que se nos
reconozcan nuestros méritos más que a lo demás? Muchos de nuestros problemas
salen de ahí.
- “Con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él
mismo”
Exactamente lo
contrario a lo anterior. La humildad debe ser una de las marcas características
del creyente.
“El
apóstol sabía que para crear concordia, necesitas primero engendrar humildad.
Los hombres no riñen cuando sus ambiciones han llegado a su fin.”
(Spurgeon)
Mientras estimamos a los demás como
superiores entonces tendremos naturalmente una preocupación por sus necesidades
y preocupaciones. Este tipo de mentalidad que busca en el exterior nos llevará
naturalmente a la unidad entre el pueblo de Dios.
Si yo te considero a ti como superior a
mí, y tú me consideras a mí por encima de ti, entonces una cosa maravillosa
sucede: tenemos una comunidad en la cual todos se respetan, y en donde a nadie
se le falta el respeto.
- “No
mirando cada uno por lo suyo propio”
Mientras ponemos de lado nuestras
ambiciones egoístas, nuestra vanagloria, y nuestras tendencias de pensar que
somos superiores y que somos los únicos, entonces, naturalmente, tendremos una
mayor preocupación por los intereses y necesidades de los demás. Cuántas cosas
cambiarían en nuestras iglesias si no solo nos preocupáramos por nuestras
cosas, sino que también nos preocupáramos de igual manera por lo que les sucede
a los demás.
Para el mundo, lo natural
es imponer la voluntad de uno por encima de la de los demás. Para el creyente,
la humildad implica seguir el ejemplo máximo de Cristo.
Filipenses
2:5-11
Haya, pues, en vosotros este sentir que
hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no
estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí
mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando
en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y
le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y
debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.
Es muy sencillo para
nosotros el leer la siguiente descripción de Jesús y admirarla desde la
distancia. Dios quiere que estemos admirados, pero también es algo a lo cual
nosotros debemos entrar e imitar. Haya, pues, en vosotros este sentir significa
que es algo que nosotros podemos elegir.
Jesús, siendo Dios
mismo, decidió tomar forma de siervo. Él era Dios, podía haber exigido que los
hombres le alabaran y le honraran. Pero Él decidió ser igual que tú y que yo.
Decidió la humildad por encima de Sus derechos como Hijo de Dios.
Aunque él tomó la forma
de siervo, Jesús no se despojó a Si mismo de Su deidad o de ninguno de Sus
atributos; o de Su igualdad con Dios. Él se despojó a Si mismo en la forma de
un siervo, no meramente la forma de un hombre.
Jesús se humilló a sí
mismo cuando Él se hizo obediente. Esto era algo que Jesús solamente podría
experimentar al bajar desde su trono en el cielo para convertirse en hombre.
Dios esta entronizado en la gloria del cielo, no hay nadie al cual Él obedezca.
Jesús tuvo que dejar la gloria del cielo para estar en la condición de hombre
para que de esta manera pudiera ser obediente.
Una clave para la
obediencia de Jesús en la tierra era el soportar el sufrimiento. Esto, de
nuevo, era algo que Él sólo podría aprender por experiencia al ser encarnado.
Como está escrito: Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.
(Hebreos 5:8)
“· Él se humilló puesto que tomó la forma de
hombre, y no de una criatura más gloriosa como un ángel.
· Él se humilló puesto que Él
nació a un lugar oscuro y oprimido.
· Él se humilló puesto que Él nació en la pobreza, entre un pueblo despreciado.
· Él
se humilló puesto que Él nació como un niño en lugar de haber aparecido como un
hombre.
· Él
se humilló al someterse en obediencia como un niño en la casa.
· Él
se humilló al aprender y practicar una profesión – y la humilde profesión de un
constructor
· Él
se humilló al tener pasar una larga espera hasta que Él pudo lanzarse al
ministerio público.
· Él
se humilló en las compañías y discípulos que Él escogió.
· Él
se humilló en la audiencia que Él recurrió y en la manera que Él enseñó.
· Él
se humilló en las tentaciones que Él permitió y soportó.
· Él
se humilló en la debilidad, hambre, sed y cansancio el cual Él soportó.
· Él
se humilló en Su total obediencia a Su Padre Celestial.
· Él
se humilló en su sumisión al Espíritu Santo.
· Él
se humilló al elegir y someterse a la muerte en la cruz.
· Él
se humilló en la agonía de Su muerte.
· Él
se humilló en la vergüenza, las burlas y la humillación pública de Su muerte.
· Él
se humilló al soportar la agonía espiritual de Su sacrificio en la cruz.”
David
Guzik
2 – “ocupándonos de nuestra salvación con
temor y temblor” (2:12)
Teniendo este ejemplo
de Cristo en mente, ocupémonos nosotros de nuestra propia salvación. Sabemos
que Pablo no quiso decir el “ocuparse para ganarnos nuestra propia salvación.”
Dicha declaración sería contradictoria a todo el evangelio de Pablo. Lo que
Pablo sí quiso decir era el llamar a los Filipenses el poner un esfuerzo real
en sus vidas Cristianas. Esto no era el estar ocupaos en su salvación en el
sentido de alcanzarla, sino el estar ocupaos en su salvación – el verla
evidente en cada área de sus vidas, el activar esta salvación la cual les dio
Dios.
“Estas palabras, como se mantienen en el Nuevo Testamento, no contiene una exhortación para todos los hombres, sino están dirigidas al pueblo de Dios. No tienen la intención de una exhortación para los que no se han convertido; ellas están, al encontrarlas en la epístola, más allá de toda pregunta dirigida a aquellos que ya son salvos a través de una fe viva en el Señor Jesucristo.” (Spurgeon)
Filipenses
2:13
“porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”
Aquí Pablo dio la razón del porqué los
Cristianos deben de ocuparse en su salvación con temor y temblor – debido a que
Dios está produciendo (trabajando) en ellos. Aquellos que en realidad son
siervos de Dios usan su entendimiento de Su soberanía y omnipotencia como una
motivación por un servicio más grande y dedicado hacia Él.
En los siguientes
versículos nos da varias maneras prácticas en las que ocuparnos de nuestra
salvación con temor y temblor:
– “haciéndolo
todo sin murmuraciones y contiendas” (2:14)
“No contiendas con Dios; déjalo hacer lo que bien le parezca. No contiendas con tu compañero Cristiano, no levantes acusaciones en contra de ellos. Cuando se le dijo a Calvino que Lutero habló mal de él, él dijo, ‘Deja que Lutero me llame diablo si él quiere, nunca diré nada de él, solamente que es un siervo querido y valiente del Señor.’ No levantes cuestiones complicadas y enredosas a modo de controversia.” (Spurgeon)
- “siendo
irreprensibles y sencillos” (15)
“‘Sean
ustedes irreprensibles y sencillos,’
dice el apóstol. La palabra Griega se pudiera traducir a ‘sin cuerno.’ como si
ustedes no solamente fueran criaturas que no hicieran daño, pero que no podrían hacer ningún daño; como
las ovejas que no solamente no quieran
devoran, pero no pueden
devorar, pues sería contrario a su naturaleza; pues no tienen dientes con el
cual morder, ni colmillos para picar, ni veneno para matar.” (Spurgeon)
– “resplandeciendo como luminares en el mundo” (2:15)
Debemos de llenar
nuestro lugar como luminares en el mundo:
· La luz se utiliza
para hacer las cosas evidentes.
· La luz se utiliza
para guiar.
· La luz se utiliza
para advertir.
· La luz se utiliza
para traer ánimo.
· La luz se utiliza
para hacer las cosas seguras.
Los creyentes debemos
ser luz en medio de un mundo que se pierde.
- “asiéndonos de la palabra de vida” (2:16)
Solo aferrándonos a la
Palabra de Dios, a la Palabra de vida, podemos hacer todo lo anterior. Es la
Escritura la que nos da la pauta sobre cómo vivir y comportarnos conforme a la
voluntad de Dios.
3 – Tomando el ejemplo de creyentes fieles
(2:19-30)
Pablo nos da el ejemplo
aquí de Timoteo y Epafrodito como creyentes fieles a pesar de las dificultades
cuyo ejemplo podemos seguir. Sin duda el apóstol tenía a ambos hombres en alta
estima. Hombres que eran compañeros de la lucha por el evangelio, que
expusieron su vida por la obra de Cristo y que ministraban a otros allá donde
fueran.
Debemos nosotras
también seguir los buenos ejemplos que Dios pone en nuestras vidas de creyentes
fieles que puedan ayudarnos a crecer y a edificar el cuerpo de Cristo.
Puedes descargar el PDF
correspondiente al capítulo 2 de Filipenses aquí – Filipenses 2
Contenta
en Su servicio,
Edurne
Edurne, gracias por tu escrito y tu tiempo invertido en ayudarnos a los que servimos al Señor. ¿Qué te sostiene en medio de tus circustanciaas?
ResponderEliminarGracias hermana.. tu eres una de las mujeres que eran compañeras de la lucha por el evangelio, que expusieron su vida por la obra de Cristo y que ministraban a otros allá donde fueran... Hermoso mensaje .. Bendiciones
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